En
2016 hemos podido disfrutar el lanzamiento de discos tan diversos como
interesantes. Compartimos aquí un resumen de las producciones que hemos
comentado en esta página.
A
partir del éxito del primer volumen, publicado en 2001, el músico y productor
Ítalo Pedrotti reunió a grandes charanguistas de diferentes generaciones. Todos
ellos brindaron su singularidad en melodías ricamente elaboradas que cumplen
ampliamente la premisa expresada por Pedrotti: “que el charango se exprese en un lenguaje que le es propio, (…) que
haga gala de los recursos expresivos que lo definen como tal: repiques,
trémolos, rasgueos, apagados, ligados,
trinos o tipi, melodías a dos voces, etc”
Wauque:
Originarios(Independiente,
Argentina)
Los
hermanos Alejandro y Christian Chamorro, nacidos en Cusco (Perú) lanzaron al
mercado su segunda producción discográfica. Cuenta con temas de ambos músicos
en diferentes ritmos: caporal, tinku, takirari, sikuriada y lamento andino,
entre otros. La valoración de los pueblos ancestrales subyace en la mayor parte
de la obra, que incluye temas instrumentales y canciones de carácter romántico.
Bruno Arias:
El derecho de vivir en paz (Pogo Andino Producciones /DBN, Argentina)
Cuarto
trabajo solista del músico jujeño, adelantado a fines de 2015 como álbum de
descarga digital. En esta obra afirma su compromiso con los derechos humanos en
canciones de distintos autores. Desde el homenaje a Víctor Jara y a las
docentes detenidas desaparecidas Marta Juana González y Marina Vilte hasta el
poderoso sonido andino de Pachamama y
Sol de los Andes, la obra nos brinda
una apasionante visión de la Argentina profunda a través del talento de Bruno y
sus músicos invitados.
Aldana
Bello: Puñuray (Independiente, Argentina)
La
segunda producción fonográfica de Aldana, talentosa artista bonaerense, nos
brinda composiciones propias grabadas
con precioso detallismo en letra y música. Acompañan a Aldana músicos de primer
nivel como Matías Peralta, Solana Biderman, Alejandro Andreu, Renato Careaga,
Amaranta, Mariana Baraj y Susy Shock, entre muchos otros. La profunda conexión de la artista con el
entorno natural aparece en los temas Por
el sendero, Ramita seca y Misterio en Casabindo.Por su parte, En el
silencio, Kumaracapai y Tepuy Pauji nos
acercan al mundo de las comunidades originarias a través de hermosas melodías.
Nicolás
Cardoso: El canto del viento (Atahualpa en charango) (Independiente,
Argentina)
Héctor
Roberto Chavero (1908 – 1992) se hizo famoso a través de su seudónimo artístico
Atahualpa Yupanqui. Durante más de
cinco décadas, el talentoso cantautor se abocó a la tarea de recopilar ritmos
de raíz folklórica e incorporarlos a sus creaciones, en inspirada labor
creativa. Yupanqui colaboró en los años 1960 escribiendo interesantes artículos
en la revista “Folklore”, algunos de ellos recopilados posteriormente en
libros. El famoso músico pergaminense peregrinó por Argentina y el mundo con su
voz y su guitarra, brindando a diferentes públicos su sentir de la Patria a
través de sus pobladores, sus paisajes y sus músicas. Nicolás Cardoso se
inspiró en el arte de don Ata para transcribir varias de sus composiciones a
las sonoridades del charango, brindando un nuevo interés a la escucha de obras
como Kaluyo de Huáscar, La pobrecita,
Huajray El pocas pulgas, entre
otras. Valentín Chocobar participa en el canto con caja en las composiciones Fin de la zafra, Los indios y Bajando de los cerros.
La
Fundación Víctor Jara ha anunciado la reedición de seis discos y un libro del
prolífico cantautor chileno, que comenzarán a comercializarse en enero próximo.
Víctor Jara
Martínez
(1932 -1973) nació en la provincia de Ñuble (actual región del Bío-Bío). De
pequeño tomó contacto con la música de raíz folklórica, aprendiendo los
primeros rudimentos de la guitarra gracias a su madre Amanda, cantora popular. En su adolescencia, cuando la familia se había
mudado a Santiago, Víctor hizo amistad con un jovencito llamado Omar Pulgar,
quien se ofreció a enseñarle sus conocimientos musicales. Tiempo después inició sus estudios de
actuación y dirección en la Escuela de Teatro en la Universidad de Chile.
Entre
1957 y 1970 Víctor compaginó su actividad teatral con la musical. Formó parte
del Instituto de Teatro de la
Universidad de Chile (ITUCH) y paralelamente participó en el conjunto musical
Cuncumén, con el que realizó giras por varios países europeos. Su carrera solista comenzó en 1966, cuando
grabó el disco que lleva su nombre y que incluye las canciones El arado y Deja la vida volar. Entre ese año y 1969 ejerció la función de
director artístico del grupo Quilapayún, asesorando a sus integrantes no sólo
en el aspecto musical sino también en la forma de presentarse en escena.
Víctor
participó activamente de la campaña política de la Unidad Popular, coalición de
partidos de izquierda que llevó a Salvador Allende a la presidencia del país.
Comenzó en ese entonces una etapa de grandes esperanzas plasmadas en canciones
como Abre la ventana y Vamos por ancho camino. Fueron años de
gran actividad en la que el artista realizó diferentes giras por países como
México, Cuba, la Unión Soviética y Perú, además de sus habituales
presentaciones en Chile. En este país se
vivía un clima enrarecido, en el que los opositores al gobierno hacían todo lo
posible por el fracaso del mismo. El golpe de Estado del 11 de septiembre de
1973 cobró la vida de miles de chilenos comprometidos con el gobierno popular.
Víctor fue asesinado cobardemente en el Estadio Chile. Aun con la conmoción de
este hecho, su esposa Joan y sus hijas Amanda y Manuela pudieron darle
cristiana sepultura y rescatar sus obras, que verían la luz en nuevas ediciones
en toda Europa.
El
paupérrimo panorama artístico que siguió se vio sacudido por la aparición del
sello Alerce, el que—gracias a la iniciativa de Ricardo García y CarlosNecochea—continuó editando discos de los artistas ahora prohibidos, aunque
evitando el repertorio más explícito políticamente. Fueron distintas ediciones
las que aparecieron hasta 2001 en diferentes formatos (vinilo, casete y CD).
Este último año el productor Carlos Fonseca trabajó arduamente para conseguir
materiales inéditos y grabaciones perdidas de Víctor que formarían parte de los
títulos extra en las nuevas ediciones de sus discos. A su vez, algunos de estos
materiales fueron reprocesados con nuevas tecnologías, realzando el sonido y
suprimiendo definitivamente el ruido de púa de algunas grabaciones extraídas de
discos LP.
Ediciones
2017
Los títulos que verán la luz este año, en
ediciones limitadas y con algunos detalles gráficos muy atractivos son los
siguientes:
“Víctor Jara”(1966) CD y
vinilo*
Primera obra solista de Víctor y quizás la
más personal e introspectiva, que incluye los títulos El arado, La luna siempre es muy linday Qué saco rogar al cielo. Incluye la participación de Ángel Parra,
Eduardo Carrasco y Quilapayún.
“Pongo en
tus manos abiertas”(1968) CD y vinilo*
Segundo disco del flamante sello Jota Jota,
de las Juventudes Comunistas. Cuenta con acompañamiento del grupo Quilapayún y con canciones muy significativas desde el punto de vista político: A Luis Emilio Recabarren, “Móvil” Oil Special y Preguntas por Puerto Monttson
algunas de ellas. Incluye también la canción más difundida de Víctor: Te recuerdo, Amanda.
“El derecho
de vivir en paz” (1971) CD y vinilo*
Considerado un experimento de “invasión
de la invasión cultural”, según expresara el propio Víctor, este disco cuenta
con el apoyo artístico del grupo de rock Blops, de Ángel Parra y del grupo
Inti-Illimani. Posee grandes creaciones, como el homenaje a Ho Chi Minh en
la canción que da título al disco, la alegre Ni chicha ni limoná, A Cubay la potente Plegaria a un labrador.
“La
población”(1972) CD y vinilo*
En este disco Víctor ha podido
unir sus dos pasiones: el teatro y la música. Han colaborado en esta creación sus
compañeros Alejandro Sieveking (actor y director teatral, en coautoría de Herminda de la Victoria) y Bélgica
Castro (destacada actriz chilena, en algunas animaciones). La obra reconstruye
la toma de terrenos el 16 de marzo de 1967 por parte de familias carenciadas y
las vicisitudes que éstas han vivido hasta poder levantar una humilde barriada.
Participan también la cantautora Isabel Parra en Lo único que tengoy los conjuntos Cantamaranto y Huamarí en varias
canciones.
“Canto por
travesura”
(1973) CD
En medio de las tensiones vividas
por partidarios y detractores del gobierno de la Unidad Popular, Víctor ideó un
disco de canciones picarescas del sur chileno. Contó con colaboraciones
brindadas por diferentes personas en Ñuble, Colina, Valdivia, Lonquén y Carahue.
El acompañamiento estuvo a cargo de los músicos Pedro Yáñez (guitarrón y
guitarra), Santos Rubio (arpa) y Fernando Rodríguez (acordeón). A los
ingeniosos versos de La palmatoria, La fonday La edad de la mujer,entre
otros, Víctor sumó su propia picardía en una obra que tituló La diuca. El disco estaba impreso y
listo para su distribución en disquerías cuando sucedió el golpe de Estado.
“Manifiesto”
(1973) CD y
vinilo*
Las grabaciones de este disco son
las últimas realizadas por Víctor Jara, proyectadas para un disco cuyo título
tentativo era “Tiempos que cambian”. Según la Fundación “es la versión
definitiva de las últimas composiciones de Víctor Jara y fue realizado por su
esposa Joan y sus hijas Manuela y Amanda, luego de una cuidadosa selección de
las canciones que Víctor trabajaba el año 1973”.
*Los CD aparecerán en enero de
2017 mientras que las ediciones en disco de vinilo en abril del mismo año.
También se ha anunciado la
reedición del libro “Víctor Jara. Obra
musical completa”.La concreción de este proyecto es posible gracias al
financiamiento del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, a través del
Programa Otras Instituciones Colaboradoras.
Nicolás
Cardoso, charanguista argentino, ha llevado importantes obras de Yupanqui a
este instrumento de origen andino.
“El canto
del viento”
Atahualpa en
charango
Nicolás
Cardoso
(charango)
Valentín
Chocobar
(canto con caja)
Producción
independiente financiada por INAMU
Argentina,
2016
Héctor
Roberto Chavero (1908 – 1992) es una de
las personalidades ineludibles en la música de raíz folklórica argentina, así
como un precursor de la llamada “canción de autor” o “canción con fundamento”,
que se desarrolló con fuerza a partir de los años 60 en Iberoamérica. Ha sido
conocido internacionalmente con el seudónimo Atahualpa Yupanqui, asumiendo el valor y la identidad de los
pueblos originarios de este continente. Yupanqui nació en Pergamino, al norte
de la provincia de Buenos Aires. Durante su niñez viajó con su familia a
Tucumán, tomando contacto con el paisaje y con las manifestaciones culturales
de sus pobladores. Tiempo después
conoció Jujuy, los Valles Calchaquíes y otras regiones argentinas, asimilando
saberes y transformándolos en notables composiciones.
Respecto
al instrumento que lo acompañara casi toda su vida, Yupanqui opinaba: “La
guitarra es fiel a la tierra, leal a su comarca. Adquiere el color de la
planta, el aroma de la flor, el tono del ocaso, el silencio de las tierras
secas, la gracia del prado generoso en gramíneas; traduce la alta noche serena
y sabe filtrar ausencias con una controlada melodía”.[1]
El
charango no era ajeno al saber del artista: “Cuando América india abrió su
vientre para parir al cholo, el alma de los pueblos andinos vio nacer también
su instrumento mestizo: el charango. Acerado cordaje tenso, diapasón breve;
caja armónica hecha con la caparazón del armadillo cordillerano—quirquincho--;
juntas, unidas con arcilla de las cumbres, mezcla de polvo gredoso y mineral
azufrero; clavija de keñua, manzano o tamarindo. Ocho cuerdas. También diez, y
también doce, según la comarca, según el ingenio del constructor, según el lujo
del hombre del Ande. He aquí el charango”.
………………………………………………………………………………………………
“El
charango no ha nacido en los pueblos. No tuvo alcoba. Ninguna pared recogió su primer grito. Nació en los patios grandes
como todo el campo, de frente a las cordilleras, junto a los ríos, oyendo al
viento latiguear los cardones con su honda invisible y musical.” [2]
El
arte de Yupanqui nació y creció de la observación, el aprendizaje de ritmos
relacionados con el entorno del hombre y la mujer sencillos. El artista
convivió con ellos, se relacionó con sus costumbres, vivió sus alegrías y sus
penas y sólo así pudo plasmar la riqueza implícita en su cultura a través de
refinadas poesías y melodías. La filosofía del recordado cantautor pergaminense
encuentra en Nicolás Cardoso un fiel
discípulo. Nicolás encuentra coincidencias estéticas que unen la obra de
Yupanqui, profundamente argentina y latinoamericana, con el origen y desarrollo
del charango. Como hemos apreciado en las propias palabras de Yupanqui, este
instrumento nace en la grandeza del paisaje cordillerano, impregnándose de
saberes e incluso de cierta dosis de misterio que hace aún más interesante la
ejecución y la escucha de melodías ejecutadas por un charanguista.
Con
acierto, Nicolás ha realizado para su primer disco una cuidada selección de
obras, muchas de ellas compuestas por Yupanqui en diferentes momentos de su
vida. Otras son piezas populares o de otros autores, como la propia Antonietta
Pepin Fitzpatrick, esposa del artista que firmaba sus composiciones bajo el
seudónimo de Pablo del Cerro. Y así como
Atahualpa prefería acompañarse y tocar melodías sólo con la guitarra, Nicolás
toca el charango sin que ningún otro instrumento distraiga la audición de la
melodía principal. El descifrar ritmos, cadencias, detalles, particularidades
de cada obra para transcribirlas al charango ha sido, sin duda, una labor ardua
pero fascinante por parte de Nicolás Cardoso.
El
disco comienza con el Kaluyo de Huáscar, danza incaica que
Yupanqui grabara por primera vez en 1943. En su melodía evoca la vida de
Huáscar, duodécimo Inca del Tawantisuyo (estado sudamericano precolombino), con
un notable desarrollo, pleno de matices, con una fuerza expresiva intensa y
sutil a la vez.
Nicolás
no concibe la música andina sin el canto con caja. Por este motivo ha
encontrado en Valentín Chocobar al
compañero ideal en esta fascinante aventura
artística. Así se alternan charango y canto en diferentes partes del disco.
Los
indios, obra propia que Yupanqui grabara en 1979, está recreada por
Valentín con honda expresividad, asumiendo el sentir del compositor en toda su
dimensión. Danza de la luna (Preludio andino N°1, 1942) nos
permite apreciar plenamente la ejecución del charango, tal como si la obra
original hubiese sido compuesta para ser tocada en este cordófono
sudamericano. Por su parte, Pastoral india la quena (popular
argentina) lleva implícitos acordes más sutiles, finamente punteados en
delicada ejecución.
La cueca La
huanchaqueña, recopilada por Sergio Villar e incorporada por Yupanqui a
su repertorio, aludiría a una bella mujer originaria de ese lugar del norte
chileno. Sus alegres notas, desgranadas con gran sentimiento por Nicolás
Cardoso anteceden a las coplas Bajando de los cerros. La versión es
compartida por Nicolás (charango) y Valentín (canto con caja), aunando
sabiduría popular andina en lograda recreación.
La
zamba Siete de abril (Andrés Chazarreta), una de las obras de raíz
folklórica más difundidas, registra antecedentes de versiones en charango. Sin
embargo, el artista apela a su propia introspección para realizar una
interpretación intimista, tan despojada como interesante. La nadita (Pablo del
Cerro) es una hermosa chacarera que suena plena, intensa en su musicalidad,
mientras que otra chacarera no menos famosa, La humilde, de Julián
Antonio Díaz (“Cachilo”) y Oscar Valles evidencia una vez más el acierto de
Nicolás en la elección y adaptación del repertorio.
El
viaje musical por el norte argentino continúa a través de varias obras
originales de Yupanqui. La primera de este segmento es la zamba La
pobrecita, que su autor grabó por primera vez en 1946. Muchos han sido los músicos que la han registrado
desde entonces. Valentín Chocobar ha
adaptado Fin de la zafra (A. Yupanqui y Leopoldo Marafioti) al canto
cordillerano, interpretado con pasión. El charango retoma protagonismo en Noche en los cerros (Preludio andino N° 5), de 1944, una
de las obras de juventud de don Ata, quien ha logrado captar los sonidos y
silencios de los bellísimos paisajes norteños. Es bellísima la versión que
podemos escuchar en este disco, al igual que la de La churqueña, zamba
compuesta en la misma época.
Otro
ritmo nacional, el gato, está presente a través de la pieza El
pocas pulgas, en una versión que permite apreciar las diferentes
posibilidades del toque de charango, otorgándole vuelo propio sin traicionar el
espíritu de la obra original. El bailecito Se fue mi negra, obra popular
adaptada por Yupanqui, nos trae con gran fuerza expresiva el espíritu de la
quebrada jujeña. El broche de oro está dado por Huajra (Danza del maíz maduro) (1941),
obra que muchos conocimos por primera vez en la versión del grupo
chileno Inti-Illimani. Nicolás Cardoso realiza su peculiar recreación a partir
de la versión en guitarra de su creador, una lectura propia a través
de su sentir y talento. El canto del
viento es, por lo antedicho, un disco ampliamente recomendable, del que
resaltamos su enorme calidad artística. La presentación gráfica está a la
altura del contenido sonoro y ha sido realizada por Darío Adessi.
[1] Revista “Folklore” N° 92, Buenos Aires,
20 de abril de 1965, pág. 34
[2] Revista “Folklore” N° 7, Buenos Aires, 1°
de diciembre de 1961, página 44 (Ambas referencias forman parte, a su vez, del
libro recopilatorio “Atahualpa Yupanqui. La tierra hechizada” de Schubert
Flores Vassella y Héctor García Martínez. Del Cerno Editores. Buenos Aires,
2013)
José y Patricio se conocieron durante el
Festival Internacional de Charango realizado en Arequipa, Perú, en 2010. Desde entonces han desarrollado diferentes
colaboraciones invitando a músicos amigos y estudiantes de charango. En esta
visita a Buenos Aires José compartió creaciones propias y algunos temas
musicales “clásicos” en su tierra, Chile. Al día siguiente del concierto brindó
una clínica de rasgueos en la Escuela de Charanguistas que dirige Pato
Sullivan.
Concierto de Charangos
Patricio Sullivan - José
Escobedo
Centro
Cultural La Senda
Juan B.
Thorne 493
Caballito –
Ciudad de Buenos Aires
Argentina
Jueves 24 de noviembre de 2016
José
Escobedo vive
en Santiago de Chile. Comenzó a tocar charango a sus once años, de manera
autodidacta, estimulado por parientes músicos.
Escuchaba melodías en casetes tratando de sacar los acordes. Ayudado por
el charanguista Freddy Torrealba, quien le aconsejó cambiar su viejo charango,
José ha podido ampliar el público que lo escuchaba tocar. Posteriormente
conoció al luthier Yelkon Mortero, quien le dio muchas facilidades para que
pudiera finalmente tener un instrumento nuevo. De esta manera José comenzó a
tocar de manera más profesional. Mostró su arte en el Metro de Santiago durante
cinco años, tomando contacto con la clase trabajadora y simultáneamente se vinculó
con charanguistas de vasta trayectoria como Horacio Durán, Héctor Soto y Gastón
Ávila. Ha realizado presentaciones en
Santa Cruz (Bolivia), Rio de Janeiro, Sao Paulo (ambas en Brasil), Buenos Aires
(Argentina) y Punta Arenas (Chile) entre otras ciudades del sur del
continente. Su participación en el
segundo volumen del disco “Charango. Autores Chilenos” le ha ayudado a ser
difundido en su propio país y en otras latitudes.
José
Escobedo
Patricio
Sullivan es
egresado del Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla” (Buenos Aires),
en el cual actualmente ejerce la docencia. Junto al guitarrista Juan Gau ha creado
el ciclo “Noche de Charanguistas” que comenzó en 2011 en la capital argentina. Patricio ha
llevado el formato de este notable evento a varias ciudades europeas en mayo de
2013: Roma, París, Londres y Bruselas.
Actualmente “Noche de Charanguistas” es un ciclo itinerante con
presentaciones en diferentes ciudades argentinas. Desde 2006, Sullivan forma parte del conjunto Charango en Trío, que
se ha presentado recientemente en el nuevo ciclo “San Fernando Charango”.
Patricio es coautor, junto a su colega Daniel Navarro, del libro “Los secretos
del charango”, que otorga al estudiante las primeras herramientas para poder
tocar este instrumento. Su actividad más
reciente está relacionada con la creación de la Escuela de Charanguistas que
coordina en cercanías de Buenos Aires.
José Escobedo y Patricio
Sullivan
El concierto inicia con algunas obras propias
de José, quien nos visita por segunda vez en el año para compartir su arte.
Según nos contaba en la entrevista que le hicimos en junio pasado “Yo tengo la idea de tomar de lo antiguo, de
la raíz, y llegar a algo nuevo, no necesariamente estar siempre pegado a la raíz o tocar
siempre algo ligado a la raíz. Respetar lo antiguo y mirar hacia el futuro
creando nuevas cosas” “…el instrumento lo trato de hacer parte de mí, dándole
un estilo propio, tratar de escuchar melodías y que esas melodías se queden
grabadas..” De esta manera manifiesta su gusto por diferentes ritmos y
estilos musicales que pueden tocarse perfectamente en el charango. Uno de los
instrumentos que nos muestra José es un charango que posee la cuarta y la
quinta cuerda de guitarra, para poder tocar octavados.
Patricio nos brinda una versión diferente de Cholita
(Sullivan – Gau), un tema musical del repertorio de Charango en Trío.
La versión solista, tocada en ronroco, adquiere una sonoridad intimista, propia
de esta velada musical. Respecto a su
cueca Manantial, Pato nos cuenta “soy
un compositor ocasional. Esta cueca surgió en un viaje a Mendoza, donde pude
apreciar el lado positivo de la intervención de la mano del hombre en la
naturaleza”.Efectivamente, el paisaje mendocino aparece caracterizado en
delicados sones del charango.
En el mismo plan intimista podemos apreciar
dos obras diferentes, el vals Cien años, de Antu Oliva, y Tonadita,
del propio José Escobedo. Es el tema que aparece en “Charango. Autores
Chilenos Vol.2”, dedicado por el músico a su pequeña hija Amapola. Diferentes
maneras de abordar la composición y la interpretación de este instrumento, muy
apreciadas por los estudiantes presentes en la sala. Una linda adaptación de Adiós,
Nonino, la célebre creación de Astor Piazzolla, en el charango de
Patricio antecede un toque conjunto, el de la no menos famosa cueca boliviana Arbolito
(La bolivianita) (Derechos reservados).
Carinhoso, compuesto entre
1916 y 1917 por Pixinguinha y João de Barro, ha recibido numerosas versiones.
Basado en la de Marisa Monte, Patricio ha hecho su propia adaptación para
charango, que puede apreciarse en este video.
Video:
Carinhoso
En esta parte del espectáculo ambos músicos
reciben a artistas invitados. El primero de ellos es Esteban Ramos, quien canta una sentida versión de la zamba Piedra
y camino (Atahualpa Yupanqui), acompañado en charango por José
Escobedo. Le sigue una composición del propio José, quien nos cuenta las
circunstancias de su creación. Una de sus hijas estaba internada en un hospital
y no podía llegar a verla. Al intentar volcar sus sentimientos en la música
sólo salían garabatos (malas palabras
producto de la ofuscación) que posteriormente se transformaron en amor. La melodía
es rica en matices, intensa, muy interesante. El tema se titula Dos
días.
José Escobedo y Esteban Ramos
Ventolera (Eduardo Carrasco y Hugo Lagos) es un tema
instrumental muy conocido en Chile y en otras latitudes por los seguidores del
grupo Quilapayún, que la grabó por vez primera en 1976 para el disco “Patria”. Volvió
a sonar con fuerza en el volumen inicial de “Charango. Autores Chilenos”, el
disco que en 2001 reunió a charanguistas de diferentes generaciones en una obra
que hizo historia a muy pocos años de ser publicada. La versión de Pato y José
suma a Emiliano Uriarte, versión que
pueden escuchar los lectores en el siguiente registro.
Video:
Ventolera
Otra obra célebre al otro lado de la
Cordillera es Rosita de Pica, del maestro Héctor Soto, el primer solista de
charango en publicar un disco completo dedicado a este instrumento en Chile. A
los intérpretes de la melodía anterior se suma Fran Saccomandi, formando un talentoso cuarteto de charanguistas.
Video:
Rosita de Pica
Hacia el cierre, José Escobedo ofrece otra
obra de su autoría, titulada sencillamente Sólo estoy de paso. Sin ajustarse a
los rígidos cánones de las melodías de raíz folklórica, la obra toma vuelo propio, desgranando en sus acordes
diferentes sentimientos y texturas musicales.
Los rasgueos del charango nos transportan imaginariamente a paisajes andinos en
delicada melodía.
Los músicos agradecen la participación del
público, de la prensa y de los artistas invitados, muy felices por el arte
compartido. Será muy grato poder disfrutar del arte de Patricio y José en
próximas ocasiones, matizadas con las diferentes labores artísticas de cada uno
de ellos.
Agradecemos
especialmente la invitación y las facilidades para realizar esta nota por parte
de José Escobedo, Patricio Sullivan, el centro Cultural La Senda y cada uno de
los músicos invitados.