(C) 2011 - 2023 Hugo Rodríguez V.

(C) 2011 - 2023 Hugo Rodríguez V. Prohibida la reproducción de textos y fotos originales sin autorización escrita del autor.

sábado, 31 de diciembre de 2016

Los discos del año

En 2016 hemos podido disfrutar el lanzamiento de discos tan diversos como interesantes. Compartimos aquí un resumen de las producciones que hemos comentado en esta página.




Charango. Autores Chilenos, Volumen 2 (ECO Producciones, Chile)
Varios intérpretes

A partir del éxito del primer volumen, publicado en 2001, el músico y productor Ítalo Pedrotti reunió a grandes charanguistas de diferentes generaciones. Todos ellos brindaron su singularidad en melodías ricamente elaboradas que cumplen ampliamente la premisa expresada por Pedrotti: “que el charango se exprese en un lenguaje que le es propio, (…) que haga gala de los recursos expresivos que lo definen como tal: repiques, trémolos, rasgueos,  apagados, ligados, trinos o tipi, melodías a dos voces, etc”






Wauque: Originarios (Independiente, Argentina)

Los hermanos Alejandro y Christian Chamorro, nacidos en Cusco (Perú) lanzaron al mercado su segunda producción discográfica. Cuenta con temas de ambos músicos en diferentes ritmos: caporal, tinku, takirari, sikuriada y lamento andino, entre otros. La valoración de los pueblos ancestrales subyace en la mayor parte de la obra, que incluye temas instrumentales y canciones de carácter romántico.





Bruno Arias: El derecho de vivir en paz (Pogo Andino Producciones /DBN, Argentina)

Cuarto trabajo solista del músico jujeño, adelantado a fines de 2015 como álbum de descarga digital. En esta obra afirma su compromiso con los derechos humanos en canciones de distintos autores. Desde el homenaje a Víctor Jara y a las docentes detenidas desaparecidas Marta Juana González y Marina Vilte hasta el poderoso sonido andino de Pachamama y Sol de los Andes, la obra nos brinda una apasionante visión de la Argentina profunda a través del talento de Bruno y sus músicos invitados.





Aldana Bello: Puñuray (Independiente, Argentina)

La segunda producción fonográfica de Aldana, talentosa artista bonaerense, nos brinda composiciones propias  grabadas con precioso detallismo en letra y música. Acompañan a Aldana músicos de primer nivel como Matías Peralta, Solana Biderman, Alejandro Andreu, Renato Careaga, Amaranta, Mariana Baraj y Susy Shock, entre muchos otros.  La profunda conexión de la artista con el entorno natural aparece en los temas Por el sendero, Ramita seca y Misterio en Casabindo. Por su parte, En el silencio, Kumaracapai y Tepuy Pauji nos acercan al mundo de las comunidades originarias a través de hermosas melodías.





Nicolás Cardoso: El canto del viento (Atahualpa en charango) (Independiente, Argentina)


Héctor Roberto Chavero (1908 – 1992) se hizo famoso a través de su seudónimo artístico Atahualpa Yupanqui. Durante más de cinco décadas, el talentoso cantautor se abocó a la tarea de recopilar ritmos de raíz folklórica e incorporarlos a sus creaciones, en inspirada labor creativa. Yupanqui colaboró en los años 1960 escribiendo interesantes artículos en la revista “Folklore”, algunos de ellos recopilados posteriormente en libros. El famoso músico pergaminense peregrinó por Argentina y el mundo con su voz y su guitarra, brindando a diferentes públicos su sentir de la Patria a través de sus pobladores, sus paisajes y sus músicas. Nicolás Cardoso se inspiró en el arte de don Ata para transcribir varias de sus composiciones a las sonoridades del charango, brindando un nuevo interés a la escucha de obras como Kaluyo de Huáscar, La pobrecita, Huajra y El pocas pulgas, entre otras. Valentín Chocobar participa en el canto con caja en las composiciones Fin de la zafra, Los indios y Bajando de los cerros. 

viernes, 30 de diciembre de 2016

Nuevas ediciones de obras de Víctor Jara

La Fundación Víctor Jara ha anunciado la reedición de seis discos y un libro del prolífico cantautor chileno, que comenzarán a comercializarse en enero próximo.









Víctor Jara Martínez (1932 -1973) nació en la provincia de Ñuble (actual región del Bío-Bío). De pequeño tomó contacto con la música de raíz folklórica, aprendiendo los primeros rudimentos de la guitarra gracias a su madre Amanda, cantora popular.  En su adolescencia, cuando la familia se había mudado a Santiago, Víctor hizo amistad con un jovencito llamado Omar Pulgar, quien se ofreció a enseñarle sus conocimientos musicales.  Tiempo después inició sus estudios de actuación y dirección en la Escuela de Teatro en la Universidad de Chile.

Entre 1957 y 1970 Víctor compaginó su actividad teatral con la musical. Formó parte del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile (ITUCH) y paralelamente participó en el conjunto musical Cuncumén, con el que realizó giras por varios países europeos.  Su carrera solista comenzó en 1966, cuando grabó el disco que lleva su nombre y que incluye las canciones El arado y Deja la vida volar. Entre ese año y 1969 ejerció la función de director artístico del grupo Quilapayún, asesorando a sus integrantes no sólo en el aspecto musical sino también en la forma de presentarse en escena.

Víctor participó activamente de la campaña política de la Unidad Popular, coalición de partidos de izquierda que llevó a Salvador Allende a la presidencia del país. Comenzó en ese entonces una etapa de grandes esperanzas plasmadas en canciones como Abre la ventana y Vamos por ancho camino. Fueron años de gran actividad en la que el artista realizó diferentes giras por países como México, Cuba, la Unión Soviética y Perú, además de sus habituales presentaciones en Chile.  En este país se vivía un clima enrarecido, en el que los opositores al gobierno hacían todo lo posible por el fracaso del mismo. El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 cobró la vida de miles de chilenos comprometidos con el gobierno popular. Víctor fue asesinado cobardemente en el Estadio Chile. Aun con la conmoción de este hecho, su esposa Joan y sus hijas Amanda y Manuela pudieron darle cristiana sepultura y rescatar sus obras, que verían la luz en nuevas ediciones en toda Europa.


El paupérrimo panorama artístico que siguió se vio sacudido por la aparición del sello Alerce, el que—gracias a la iniciativa de Ricardo García y Carlos Necochea—continuó editando discos de los artistas ahora prohibidos, aunque evitando el repertorio más explícito políticamente. Fueron distintas ediciones las que aparecieron hasta 2001 en diferentes formatos (vinilo, casete y CD). Este último año el productor Carlos Fonseca trabajó arduamente para conseguir materiales inéditos y grabaciones perdidas de Víctor que formarían parte de los títulos extra en las nuevas ediciones de sus discos. A su vez, algunos de estos materiales fueron reprocesados con nuevas tecnologías, realzando el sonido y suprimiendo definitivamente el ruido de púa de algunas grabaciones extraídas de discos LP.



Ediciones 2017      
     
Los títulos que verán la luz este año, en ediciones limitadas y con algunos detalles gráficos muy atractivos son los siguientes:

“Víctor Jara” (1966) CD y vinilo*


                         
Primera obra solista de Víctor y quizás la más personal e introspectiva, que incluye los títulos El arado, La luna siempre es muy linda y Qué saco rogar al cielo. Incluye la participación de Ángel Parra, Eduardo Carrasco y Quilapayún.



“Pongo en tus manos abiertas” (1968) CD y vinilo*



Segundo disco del flamante sello Jota Jota, de las Juventudes Comunistas. Cuenta con acompañamiento del grupo Quilapayún y con canciones muy significativas desde el punto de vista político: A Luis Emilio Recabarren, “Móvil” Oil Special y Preguntas por Puerto Montt son algunas de ellas. Incluye también la canción más difundida de Víctor: Te recuerdo, Amanda.



“El derecho de vivir en paz” (1971) CD y vinilo*



Considerado un experimento de “invasión de la invasión cultural”, según expresara el propio Víctor, este disco cuenta con el apoyo artístico del grupo de rock Blops, de Ángel Parra y del grupo Inti-Illimani. Posee grandes creaciones, como el homenaje a Ho Chi Minh en la canción que da título al disco, la alegre Ni chicha ni limoná, A Cuba y la potente Plegaria a un labrador.



“La población” (1972) CD y vinilo*



En este disco Víctor ha podido unir sus dos pasiones: el teatro y la música. Han colaborado en esta creación sus compañeros Alejandro Sieveking (actor y director teatral, en coautoría de Herminda de la Victoria) y Bélgica Castro (destacada actriz chilena, en algunas animaciones). La obra reconstruye la toma de terrenos el 16 de marzo de 1967 por parte de familias carenciadas y las vicisitudes que éstas han vivido hasta poder levantar una humilde barriada. Participan también la cantautora Isabel Parra en Lo único que tengo y los conjuntos Cantamaranto y Huamarí en varias canciones.



“Canto por travesura” (1973) CD


 En medio de las tensiones vividas por partidarios y detractores del gobierno de la Unidad Popular, Víctor ideó un disco de canciones picarescas del sur chileno. Contó con colaboraciones brindadas por diferentes personas en Ñuble, Colina, Valdivia, Lonquén y Carahue. El acompañamiento estuvo a cargo de los músicos Pedro Yáñez (guitarrón y guitarra), Santos Rubio (arpa) y Fernando Rodríguez (acordeón). A los ingeniosos versos de La palmatoria, La fonda y La edad de la mujer, entre otros, Víctor sumó su propia picardía en una obra que tituló La diuca. El disco estaba impreso y listo para su distribución en disquerías cuando sucedió el golpe de Estado.



“Manifiesto” (1973) CD y vinilo*



Las grabaciones de este disco son las últimas realizadas por Víctor Jara, proyectadas para un disco cuyo título tentativo era “Tiempos que cambian”. Según la Fundación “es la versión definitiva de las últimas composiciones de Víctor Jara y fue realizado por su esposa Joan y sus hijas Manuela y Amanda, luego de una cuidadosa selección de las canciones que Víctor trabajaba el año 1973”.

*Los CD aparecerán en enero de 2017 mientras que las ediciones en disco de vinilo en abril del mismo año.



También se ha anunciado la reedición del libro “Víctor Jara. Obra musical completa”. La concreción de este proyecto es posible gracias al financiamiento del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, a través del Programa Otras Instituciones Colaboradoras.


Imágenes: © Fundación Víctor Jara

martes, 20 de diciembre de 2016

Novedad discográfica: El canto del viento

Nicolás Cardoso, charanguista argentino, ha llevado importantes obras de Yupanqui a este instrumento de origen andino.





“El canto del viento”
Atahualpa en charango

Nicolás Cardoso (charango)
Valentín Chocobar (canto con caja)

Producción independiente financiada por INAMU

Argentina, 2016


Héctor Roberto Chavero (1908 – 1992)  es una de las personalidades ineludibles en la música de raíz folklórica argentina, así como un precursor de la llamada “canción de autor” o “canción con fundamento”, que se desarrolló con fuerza a partir de los años 60 en Iberoamérica. Ha sido conocido internacionalmente con el seudónimo Atahualpa Yupanqui, asumiendo el valor y la identidad de los pueblos originarios de este continente. Yupanqui nació en Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires. Durante su niñez viajó con su familia a Tucumán, tomando contacto con el paisaje y con las manifestaciones culturales de sus pobladores.  Tiempo después conoció Jujuy, los Valles Calchaquíes y otras regiones argentinas, asimilando saberes y transformándolos en notables composiciones.
Respecto al instrumento que lo acompañara casi toda su vida, Yupanqui opinaba: “La guitarra es fiel a la tierra, leal a su comarca. Adquiere el color de la planta, el aroma de la flor, el tono del ocaso, el silencio de las tierras secas, la gracia del prado generoso en gramíneas; traduce la alta noche serena y sabe filtrar ausencias con una controlada melodía”. [1]

El charango no era ajeno al saber del artista: “Cuando América india abrió su vientre para parir al cholo, el alma de los pueblos andinos vio nacer también su instrumento mestizo: el charango. Acerado cordaje tenso, diapasón breve; caja armónica hecha con la caparazón del armadillo cordillerano—quirquincho--; juntas, unidas con arcilla de las cumbres, mezcla de polvo gredoso y mineral azufrero; clavija de keñua, manzano o tamarindo. Ocho cuerdas. También diez, y también doce, según la comarca, según el ingenio del constructor, según el lujo del hombre del Ande. He aquí el charango”.
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“El charango no ha nacido en los pueblos. No tuvo alcoba. Ninguna pared recogió  su primer grito. Nació en los patios grandes como todo el campo, de frente a las cordilleras, junto a los ríos, oyendo al viento latiguear los cardones con su honda invisible y musical.” [2]

El arte de Yupanqui nació y creció de la observación, el aprendizaje de ritmos relacionados con el entorno del hombre y la mujer sencillos. El artista convivió con ellos, se relacionó con sus costumbres, vivió sus alegrías y sus penas y sólo así pudo plasmar la riqueza implícita en su cultura a través de refinadas poesías y melodías. La filosofía del recordado cantautor pergaminense encuentra en Nicolás Cardoso un fiel discípulo. Nicolás encuentra coincidencias estéticas que unen la obra de Yupanqui, profundamente argentina y latinoamericana, con el origen y desarrollo del charango. Como hemos apreciado en las propias palabras de Yupanqui, este instrumento nace en la grandeza del paisaje cordillerano, impregnándose de saberes e incluso de cierta dosis de misterio que hace aún más interesante la ejecución y la escucha de melodías ejecutadas por un charanguista.

Con acierto, Nicolás ha realizado para su primer disco una cuidada selección de obras, muchas de ellas compuestas por Yupanqui en diferentes momentos de su vida. Otras son piezas populares o de otros autores, como la propia Antonietta Pepin Fitzpatrick, esposa del artista que firmaba sus composiciones bajo el seudónimo de Pablo del Cerro.  Y así como Atahualpa prefería acompañarse y tocar melodías sólo con la guitarra, Nicolás toca el charango sin que ningún otro instrumento distraiga la audición de la melodía principal. El descifrar ritmos, cadencias, detalles, particularidades de cada obra para transcribirlas al charango ha sido, sin duda, una labor ardua pero fascinante por parte de Nicolás Cardoso.

El disco comienza con el Kaluyo de Huáscar, danza incaica que Yupanqui grabara por primera vez en 1943. En su melodía evoca la vida de Huáscar, duodécimo Inca del Tawantisuyo (estado sudamericano precolombino), con un notable desarrollo, pleno de matices, con una fuerza expresiva intensa y sutil a la vez.


Video: Kaluyo de Huáscar
© Nicolás Cardoso


Nicolás no concibe la música andina sin el canto con caja. Por este motivo ha encontrado en Valentín Chocobar al compañero ideal en esta fascinante aventura artística. Así se alternan charango y canto en diferentes partes del disco. Los indios, obra propia que Yupanqui grabara en 1979, está recreada por Valentín con honda expresividad, asumiendo el sentir del compositor en toda su dimensión.  Danza de la luna (Preludio andino N°1, 1942) nos permite apreciar plenamente la ejecución del charango, tal como si la obra original hubiese sido compuesta para ser tocada en este cordófono sudamericano. Por su parte, Pastoral india la quena (popular argentina) lleva implícitos acordes más sutiles, finamente punteados en delicada ejecución. 

La cueca La huanchaqueña, recopilada por Sergio Villar e incorporada por Yupanqui a su repertorio, aludiría a una bella mujer originaria de ese lugar del norte chileno. Sus alegres notas, desgranadas con gran sentimiento por Nicolás Cardoso anteceden a las coplas Bajando de los cerros. La versión es compartida por Nicolás (charango) y Valentín (canto con caja), aunando sabiduría popular andina en lograda recreación.

La zamba Siete de abril (Andrés Chazarreta), una de las obras de raíz folklórica más difundidas, registra antecedentes de versiones en charango. Sin embargo, el artista apela a su propia introspección para realizar una interpretación intimista, tan despojada como interesante. La nadita (Pablo del Cerro) es una hermosa chacarera que suena plena, intensa en su musicalidad, mientras que otra chacarera no menos famosa, La humilde, de Julián Antonio Díaz (“Cachilo”) y Oscar Valles evidencia una vez más el acierto de Nicolás en la elección y adaptación del repertorio.

El viaje musical por el norte argentino continúa a través de varias obras originales de Yupanqui. La primera de este segmento es la zamba La pobrecita, que su autor grabó por primera vez en 1946.  Muchos han sido los músicos que la han registrado desde entonces.  Valentín Chocobar ha adaptado Fin de la zafra (A. Yupanqui y Leopoldo Marafioti) al canto cordillerano, interpretado con pasión. El charango retoma protagonismo en  Noche en los cerros (Preludio andino N° 5), de 1944, una de las obras de juventud de don Ata, quien ha logrado captar los sonidos y silencios de los bellísimos paisajes norteños. Es bellísima la versión que podemos escuchar en este disco, al igual que la de La churqueña, zamba compuesta en la misma época.

Otro ritmo nacional, el gato, está presente a través de la pieza El pocas pulgas, en una versión que permite apreciar las diferentes posibilidades del toque de charango, otorgándole vuelo propio sin traicionar el espíritu de la obra original. El bailecito Se fue mi negra, obra popular adaptada por Yupanqui, nos trae con gran fuerza expresiva el espíritu de la quebrada jujeña. El broche de oro está dado por Huajra (Danza del maíz maduro) (1941), obra que muchos conocimos por primera vez en la versión del grupo chileno Inti-Illimani. Nicolás Cardoso realiza su peculiar recreación a partir de la versión en guitarra de su creador, una lectura propia a través de su sentir y talento. El canto del viento es, por lo antedicho, un disco ampliamente recomendable, del que resaltamos su enorme calidad artística. La presentación gráfica está a la altura del contenido sonoro y ha sido realizada por Darío Adessi.


Contacto:

valentinchocobar@gmail.com



[1] Revista “Folklore” N° 92, Buenos Aires, 20 de abril de 1965, pág. 34
[2] Revista “Folklore” N° 7, Buenos Aires, 1° de diciembre de 1961, página 44 (Ambas referencias forman parte, a su vez, del libro recopilatorio “Atahualpa Yupanqui. La tierra hechizada” de Schubert Flores Vassella y Héctor García Martínez. Del Cerno Editores. Buenos Aires, 2013)


viernes, 2 de diciembre de 2016

José Escobedo y Patricio Sullivan en concierto

José y Patricio se conocieron durante el Festival Internacional de Charango realizado en Arequipa, Perú, en 2010.  Desde entonces han desarrollado diferentes colaboraciones invitando a músicos amigos y estudiantes de charango. En esta visita a Buenos Aires José compartió creaciones propias y algunos temas musicales “clásicos” en su tierra, Chile. Al día siguiente del concierto brindó una clínica de rasgueos en la Escuela de Charanguistas que dirige Pato Sullivan.




Concierto de Charangos
Patricio Sullivan  - José Escobedo
Centro Cultural La Senda
Juan B. Thorne 493
Caballito – Ciudad de Buenos Aires
Argentina
Jueves 24 de noviembre de 2016


José Escobedo vive en Santiago de Chile. Comenzó a tocar charango a sus once años, de manera autodidacta, estimulado por parientes músicos.  Escuchaba melodías en casetes tratando de sacar los acordes. Ayudado por el charanguista Freddy Torrealba, quien le aconsejó cambiar su viejo charango, José ha podido ampliar el público que lo escuchaba tocar. Posteriormente conoció al luthier Yelkon Mortero, quien le dio muchas facilidades para que pudiera finalmente tener un instrumento nuevo. De esta manera José comenzó a tocar de manera más profesional. Mostró su arte en el Metro de Santiago durante cinco años, tomando contacto con la clase trabajadora y simultáneamente se vinculó con charanguistas de vasta trayectoria como Horacio Durán, Héctor Soto y Gastón Ávila.  Ha realizado presentaciones en Santa Cruz (Bolivia), Rio de Janeiro, Sao Paulo (ambas en Brasil), Buenos Aires (Argentina) y Punta Arenas (Chile) entre otras ciudades del sur del continente.  Su participación en el segundo volumen del disco “Charango. Autores Chilenos” le ha ayudado a ser difundido en su propio país y en otras latitudes.


José Escobedo


Patricio Sullivan es egresado del Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla” (Buenos Aires), en el cual actualmente ejerce la docencia. Junto al guitarrista Juan Gau ha creado el ciclo “Noche de Charanguistas” que comenzó en  2011 en la capital argentina. Patricio ha llevado el formato de este notable evento a varias ciudades europeas en mayo de 2013: Roma, París, Londres y Bruselas.  Actualmente “Noche de Charanguistas” es un ciclo itinerante con presentaciones en diferentes ciudades argentinas. Desde 2006, Sullivan  forma parte del conjunto Charango en Trío, que se ha presentado recientemente en el nuevo ciclo “San Fernando Charango”. Patricio es coautor, junto a su colega Daniel Navarro, del libro “Los secretos del charango”, que otorga al estudiante las primeras herramientas para poder tocar este instrumento.  Su actividad más reciente está relacionada con la creación de la Escuela de Charanguistas que coordina en cercanías de Buenos Aires.

José Escobedo y Patricio Sullivan


El concierto inicia con algunas obras propias de José, quien nos visita por segunda vez en el año para compartir su arte. Según nos contaba en la entrevista que le hicimos en junio pasado “Yo tengo la idea de tomar de lo antiguo, de la raíz, y llegar a algo nuevo, no necesariamente  estar siempre pegado a la raíz o tocar siempre algo ligado a la raíz. Respetar lo antiguo y mirar hacia el futuro creando nuevas cosas” “…el instrumento lo trato de hacer parte de mí, dándole un estilo propio, tratar de escuchar melodías y que esas melodías se queden grabadas..” De esta manera manifiesta su gusto por diferentes ritmos y estilos musicales que pueden tocarse perfectamente en el charango. Uno de los instrumentos que nos muestra José es un charango que posee la cuarta y la quinta cuerda de guitarra, para poder tocar octavados.




Patricio nos brinda una versión diferente de Cholita (Sullivan – Gau), un tema musical del repertorio de Charango en Trío. La versión solista, tocada en ronroco, adquiere una sonoridad intimista, propia de esta velada musical.  Respecto a su cueca Manantial, Pato nos cuenta soy un compositor ocasional. Esta cueca surgió en un viaje a Mendoza, donde pude apreciar el lado positivo de la intervención de la mano del hombre en la naturaleza”. Efectivamente, el paisaje mendocino aparece caracterizado en delicados sones del charango.

En el mismo plan intimista podemos apreciar dos obras diferentes, el vals Cien años, de Antu Oliva, y Tonadita, del propio José Escobedo. Es el tema que aparece en “Charango. Autores Chilenos Vol.2”, dedicado por el músico a su pequeña hija Amapola. Diferentes maneras de abordar la composición y la interpretación de este instrumento, muy apreciadas por los estudiantes presentes en la sala. Una linda adaptación de Adiós, Nonino, la célebre creación de Astor Piazzolla, en el charango de Patricio antecede un toque conjunto, el de la no menos famosa cueca boliviana Arbolito (La bolivianita) (Derechos reservados).

Carinhoso, compuesto entre 1916 y 1917 por Pixinguinha y João de Barro, ha recibido numerosas versiones. Basado en la de Marisa Monte, Patricio ha hecho su propia adaptación para charango, que puede apreciarse en este video.


Video: Carinhoso


En esta parte del espectáculo ambos músicos reciben a artistas invitados. El primero de ellos es Esteban Ramos, quien canta una sentida versión de la zamba Piedra y camino (Atahualpa Yupanqui), acompañado en charango por José Escobedo. Le sigue una composición del propio José, quien nos cuenta las circunstancias de su creación. Una de sus hijas estaba internada en un hospital y no podía llegar a verla. Al intentar volcar sus sentimientos en la música sólo salían garabatos (malas palabras producto de la ofuscación) que posteriormente se transformaron en amor. La melodía es rica en matices, intensa, muy interesante. El tema se titula Dos días.


 José Escobedo y Esteban Ramos


Ventolera  (Eduardo Carrasco y Hugo Lagos) es un tema instrumental muy conocido en Chile y en otras latitudes por los seguidores del grupo Quilapayún, que la grabó por vez primera en 1976 para el disco “Patria”. Volvió a sonar con fuerza en el volumen inicial de “Charango. Autores Chilenos”, el disco que en 2001 reunió a charanguistas de diferentes generaciones en una obra que hizo historia a muy pocos años de ser publicada. La versión de Pato y José suma a Emiliano Uriarte, versión que pueden escuchar los lectores en el siguiente registro.


Video: Ventolera


Otra obra célebre al otro lado de la Cordillera es Rosita de Pica, del maestro Héctor Soto, el primer solista de charango en publicar un disco completo dedicado a este instrumento en Chile. A los intérpretes de la melodía anterior se suma Fran Saccomandi, formando un talentoso cuarteto de charanguistas.


Video: Rosita de Pica


Hacia el cierre, José Escobedo ofrece otra obra de su autoría, titulada sencillamente Sólo estoy de paso. Sin ajustarse a los rígidos cánones de las melodías de raíz folklórica, la obra toma vuelo propio, desgranando en sus acordes diferentes sentimientos y texturas musicales. Los rasgueos del charango nos transportan imaginariamente a paisajes andinos en delicada melodía.
Los músicos agradecen la participación del público, de la prensa y de los artistas invitados, muy felices por el arte compartido. Será muy grato poder disfrutar del arte de Patricio y José en próximas ocasiones, matizadas con las diferentes labores artísticas de cada uno de ellos.





Agradecemos especialmente la invitación y las facilidades para realizar esta nota por parte de José Escobedo, Patricio Sullivan, el centro Cultural La Senda y cada uno de los músicos invitados.