TEATRO MUNICIPAL DE VALPARAÍSO
Con la simpática conducción de Alejandra Acuña Barrenechea dio comienzo la primera noche de charanguistas en el Teatro Municipal.
Como es costumbre en el Festival, una delegación nacional abre el concierto: la Delegación mexicana, conformada por Juan José Carracedo (guitarra), María Antonieta Carracedo (mandolina) y Ángel Tejeda (charango) nos regala dos obras maravillosas. La primera es un popurrí que incluye la celebrada pieza instrumental Tierra mestiza, de Gerardo Támez, nacido en 1948. Gran investigador del folklore mexicano, Támez ha sabido plasmar en su obra las expresiones populares conjugadas con su dominio de la expresión rítmica y su rigurosa formación profesional.
María Antonieta y Juan José Carracedo con Ángel Tejeda
El otro autor representado es Salvador Flores Rivera (1920-1987), más conocido como Chava Flores. Dueño de un humor muy particular, con el que supo retratar una época de la nación mexicana, Flores ha grabado apenas una parte del intenso repertorio que incluye títulos como “Sábado D.F.”, “Boda de vecindad” o “Llegaron los gorrones”. Juan José Carracedo sabe interpretar con gracia y musicalidad el espíritu de la canción El gato viudo, mexicanísima como el saber popular que encierra la obra de Chava Flores.
Ángel Tejeda
Ernesto Valdez Chacón, de Tinta (Cusco, Perú) se presenta junto a su hermano Germán, quien lo acompaña con la guitarra. Ernesto y su grupo Amaru de Tinta (con el que tocará al día siguiente) basan gran parte de su repertorio en el huayno cusqueño, con características que lo diferencian de otras expresiones similares: este ritmo posee claras raíces prehispánicas y está compuesto formalmente por música, poesía y baile, aunque está pensado más para ser oído que bailado. El huayno cusqueño posee libertad métrica y libertad en el desarrollo melódico. La primera obra se titula K’acha Wayna (Joven apuesto y valeroso, en lengua quechua): se trata de una danza de la época del incanato con la que se preparaba a los guerreros y que consta de ocho melodías diferentes:
1 .Pasacalle
2.Paradas en esquina
3 .Coreografía en columnas
4. Esfuerzo físico y amenazas
5. Desafío y flagelos con la honda (guaraca)
6. Enfrentamiento entre dos combatientes (guaracazos)
7. melodía de alegría
8. Primera melodía (Pasacalle)
A esta obra de origen ritual, con un desarrollo interesante, le sigue una creación del arpista Alberto Negrón titulada Pajonal, que hace alusión a la planta conocida como “paja brava” (Ichu, en quechua), cuya importancia radica en su resistencia a las heladas andinas. En ambas obras, Ernesto aprovecha al máximo las posibilidades del charango, que suena con toda vivacidad.
Ernesto Valdez
Claro de luna (D’Lorenzi) es un vals argentino, ritmo más lento que los anteriores, muy interesante en las cuerdas andinas pulsadas por Ernesto. Su hermano Germán lo acompaña con mucho profesionalismo. Y aunque no es propia de los Andes, también en esa región se toca la marinera, uno de los ritmos peruanos por excelencia. Ernesto Valdez nos trae una obra propia, aun sin nombre, catalogada como marinera tinteña o inspiración de marinera (con fuga de huayno). Es una obra muy buena, realmente inspirada. Una linda tradición peruana conjugada con los particulares y bellos sones del charango. Germán se luce como gran guitarrista. Cierra esta etapa la obra Llanto por llanto.
Eduardo y Germán Valdez
Ángel Tejeda es una de las personalidades más conocidas del charango y no sólo en su país natal, México, sino también en buena parte de América, gracias a su participación y activa colaboración en diferentes ediciones del Festival Internacional Charangos del Mundo. Es compositor, intérprete y docente de música en la Universidad Autónoma Metropolitana de la ciudad de México. Si bien comenzó a tocar este maravilloso instrumento basándose en grabaciones de artistas bolivianos, argentinos y de otros países hermanos, Ángel posee el gran mérito de haber adaptado para charango muchas obras pertenecientes al acervo cultural de los Estados Unidos Mexicanos, nombre oficial de la nación azteca. Cuando apenas se conocía este instrumento en aquellas latitudes, Ángel y otros músicos se arreglaron para poder disfrutar de las peculiares sonoridades del charango, incluso tocándolo con cuerdas hechas con sedales de pesca, a falta de cuerdas originales. Denodadamente, el charango se iba abriendo paso en la música mexicana, que hoy podemos disfrutar en el arte interpretativo de Ángel. Ritmos que no suelen escucharse en estas tierras sureñas nos permiten apreciar la amplia geografía musical que forma parte del saber popular mexicano.
Con un charango fabricado en México, Ángel comienza interpretando Fiesta del charango, de William Centellas (1945-2009), destacado autor e intérprete boliviano que ha dejado importantes obras para este instrumento. De su tierra natal, Tejeda ofrece Granito de sal, de Alfredo Domínguez, cuyo ritmo forma parte de la trova yucateca, es decir, de la Península de Yucatán (porción septentrional de Mesoamérica que divide el Golfo de México del Mar Caribe). Más conocido es el son de Mariachi. En este caso, Ángel interpreta Pelea de gallos en ronroco, emulando la vihuela de mariachi con sentimiento y gracia.
La presentación de Ángel tiene su broche de oro con La malagueña, huapango tradicional que ha sido adaptado a guitarra por el maestro Julio César Oliva (n. 1947), excelente compositor e instrumentista. A su vez, Ángel Tejeda ha creado una versión para charango basada en la de Oliva, respetando el espíritu alegre de la obra original.
Eimmy Mellizo es una joven intérprete de charango nacida en Bogotá (Colombia), afincada recientemente en Santiago de Chile. Además del este instrumento, Eimmy interpreta con maestría quena y zampoña (sikus). Ha formado parte de varios grupos musicales, uno de ellos el Grupo Quilasinga. Junto a su maestra Tatiana Naranjo, Eimmy nos ofrece un viaje musical desde Chile a Colombia, a través de logradas recreaciones. La guabina De algún modo, creada por Luis Carlos Saboya, es uno de los ritmos típicos de la región andina colombiana (Antioquia, Santander, Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Huila). Suele tocarse con tiple, requinto y bandola, que en este caso son asumidos por la guitarra y el charango en excelentes adaptaciones.
Eimmy Mellizo
Ernesto Cavour (n. 1940) es uno de los músicos bolivianos más reconocidos en todo el mundo por su labor musical. Fundador y ex integrante del mítico conjunto Los Jairas, Cavour ha compuesto muchísimas obras para charango, reunidas en más de 60 discos originales, tanto en formato de vinilo como compactos. De esta extensa obra, Eimmy interpreta con mucho sentimiento el huayno Nube pasajera. En homenaje al país anfitrión, Tatiana y Eimmy nos regalan una hermosa versión de Camino a Potosí, de Freddy Torrealba. La obra requiere de gran destreza interpretativa y por ello es una de las más celebradas por el público presente.
El pasillo, otro ritmo de la región andina colombiana, es una adaptación del vals europeo que surgió a principios del siglo XIX en la nación sudamericana. Del compositor Carlos Vieco Ortiz (Medellín, 1900-1979) podemos escuchar Patasdilo, una obra popular de la que existe incluso una versión para orquesta sinfónica. Eimmy y Tatiana logran transmitir el sentimiento del pasillo en su excelente coloquio de cuerdas.
Tatiana Naranjo
Llega el turno de la danza. Los talentosos artistas argentinos Mónica Trejo y Alejandro Varela nos ofrecen, con música de la obra de Alejandro “Bailes populares argentinos” dos afamadas creaciones de su patria: Chacarera del rancho, de los Hermanos Ábalos, y el tradicional Malambo, pieza en la cual se luce el zapateo del varón y la belleza femenina.
El representante chileno de esta noche es Camilo Gómez Camblor, de Valparaíso, quien junto a un exquisito conjunto de músicos explora las posibilidades del charango en la música popular. Lindas obras como Kuyay, de Camilo, y el chorinho Tico Tico no Fubá (en la que el charango emula al cavaquinho de la versión original brasileña) se potencian en los acordes de Dante Escorza, excelente guitarrista.
Camilo Gómez
Dante Escorza
En la obra de Ernesto Cavour La rosa y el volcán se destacan los excelentes músicos Tomás Carrasco (flauta traversa) y Birte Fuchs (viola), quienes complementan con solidez y maestría el arte de Camilo. Una creación propia es La huella del oro, reafirma la calidad del conjunto musical y la creatividad de Camilo Gómez, quien reafirma “la identidad que construirá los tiempos que vienen”. Una filosofía que compartimos, ya que buscando en nuestras raíces culturales podemos afirmar el presente y proyectar el futuro.
Tomás, Dante, Camilo y Birte
Birte Fuchs
No haría falta aclarar que las bondades artísticas de Camilo y su grupo captaron el sentir del público, lo cual devino en un merecido bis: una bellísima versión de Puelche (Freddy Torrealba), cuya melodía principal se potenció con el sonido de la flauta traversa. Camilo define a Puelche como “una fuerza para cambiar el mundo”. El nombre alude al viento del este (Cordillera de los Andes) que sopla hacia los valles y es un “aviso de lluvia”. Por otra parte, el mismo nombre se refiere a varias etnias que habitaron a ambos lados de dicha Cordillera. Camilo , Tomás, Birte y Dante se retiran en medio de merecidísimos aplausos y el final del espectáculo nos deja con ganas de seguir disfrutando de unos artistas que merecen la mayor difusión.
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