Compuesta por Luis Advis, la Cantata
Popular “Santa María de Iquique” es una de las obras más relevantes de la
música popular chilena. Grabada en 1970 por el grupo Quilapayún, no tardó en
trascender las fronteras de Chile, siendo publicada y representada en varios
países de América y Europa. Tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de
1973, los militares allanaron la sede del sello DICAP (perteneciente a las Juventudes
Comunistas de Chile) destruyendo todo el material existente, incluyendo la
cinta matriz de la Cantata. El hallazgo de una copia de aquella cinta, que se
encuentra en excelente estado, permitirá reeditar esta creación en las
condiciones técnicas en que había sido
registrada originalmente.
Valioso hallazgo
A través de
la red social Facebook, Quilapayún
cuenta que el hallazgo de la cinta se debe a Maritza Las Heras, quien se desempeñara como bailarina del Ballet Folklórico Pucará. Por aquellos
años, su director era Ricardo Palma
Rojas, quien ha tenido una fructífera relación con el mundo musical
chileno. En 1960, Palma formó parte del conjunto folklórico Cuncumén, que integraban también Víctor Jara y Rolando Alarcón. Unos años después crea el Ballet Pucará, que
innova incorporando tradiciones de los pueblos originarios al mundo de la
danza. En la década siguiente, más precisamente en 1971, el ballet estrena su
versión coreográfica de la Cantata Santa
María de Iquique a partir de la grabación original, preservando de esta
forma la copia que hoy ve la luz.
“La combinación de Luís Advis en la
letra, Quilapayún en la música y Pucará en la danza, fue un absoluto golpe a
los defensores de las tradiciones nacionales que atrincherados en el
academicismo obtuso veían con pavor el fortalecimiento de la cultura popular
.Eran álgidos años de experimentación en el arte, la sociedad, la política y en
todos los terrenos. La cantidad de actividades culturales que se realizaban
podría llenar páginas de elogios y críticas. El país bullía.” (1)
Imagen de la caja que contiene la cinta recuperada
(Foto: Facebook Quilapayún)
Génesis de la Cantata
Luis Advis Vitaglich (1935 -2004) nació en la ciudad de
Iquique, al norte de Chile. Licenciado en Filosofía en la Universidad de Chile,
Advis ejerció como docente y escribió textos especializados en esta disciplina,
aunque su labor más reconocida es como compositor musical. Ha sido discípulo de
Gustavo Becerra-Schmidt (1925
-2010), uno de los creadores más prolíficos de su país. Admirador de Richard
Wager, Advis sentía un gran aprecio por la música docta. Entre sus composiciones pueden citarse los Cinco preludios para piano (1960), Divertimento para piano y quinteto de
vientos (1964) y Rin y cueca para
piano y soprano (1976). El interés del compositor nortino por la música popular
comenzó a despertar al tomar contacto con las creaciones de Patricio Manns,
Violeta Parra y otros artistas que comenzaban a dar forma a lo que se conocerá
posteriormente como Nueva Canción
Chilena.
“En los primeros meses de 1968, como
resultado de un largo viaje por Iquique y sus alrededores, Luis Advis escribió
un conjunto de 20 poemas (…) que hablaban de sus vivencias y recuerdos de su
ciudad natal, de su visión de la pampa, del mar, de los paisajes
precordilleranos, y de algunos acontecimientos históricos”, rememora Eduardo Carrasco en su libro
“Quilapayún. La revolución y las estrellas” (2) . A finales del mismo año, Advis presencia un recital de
Quilapayún y queda admirado por la
calidad de la ejecución de los instrumentos andinos, además de la fuerza
interpretativa de cada uno de sus integrantes. Considera, desde ese momento,
que se trata del grupo musical que mejor podrá recrear la obra en la que venía
trabajando: la Cantata Popular Santa
María de Iquique.
La matanza de Iquique
A comienzos
del siglo XX el capitalismo mostraba su lado más oscuro: la explotación del
obrero que trabajaba por una mínima paga, cobrada en bonos, en duras tareas:
tal el caso de los trabajadores forestales en el Chaco santafesino (Argentina),
los recolectores de frutas en Centroamérica y el Caribe y los obreros del salitre en los territorios
de Tarapacá y Antofagasta, en el norte chileno. La concentración de poder por
parte de los patrones dejaba prácticamente indefensa a la clase obrera que, sin
embargo, comenzaba a reclamar mejores condiciones de vida.
La huelga
iniciada el 10 de diciembre de 1907
reunió en el puerto de Iquique a
miles de trabajadores, quienes exigían la intervención del gobierno a fin de
mediar en el conflicto con los patrones salitreros. Once días después, se
calcula que eran más de 10.000 los obreros en huelga en Iquique. El gobierno
nacional, presidido por Pedro Montt ,
ordenó a los obreros regresar a sus labores, decretando el estado de sitio. A
pesar de las tensiones, los dirigentes insistieron en dialogar con las
autoridades, pero fueron acribillados sin piedad por los soldados liderados por
el general Roberto Silva Renard. Mujeres
y niños también cayeron abatidos por las balas. Y aunque no hay cifras exactas,
se estima que fueron cerca de 2.200 víctimas de la matanza.
Manifestación obrera en Iquique, antes de la matanza
Escribiendo la historia
Si la historia la escriben los que
ganan,
eso quiere decir que hay otra historia:
la verdadera historia,
quien quiera oír que oiga.(3)
Litto Nebbia
Advis basó
su obra en la escasa bibliografía disponible hasta ese momento, especialmente
en el libro Reseña histórica de Tarapacá.
Sabiendo el número de campamentos salitreros, el compositor calcula la
cantidad de obreros que laboraban en
Iquique, a su vez que va estructurando la obra en dieciocho partes: dos
pregones, un preludio, cinco relatos, tres interludios y siete canciones, cuya
musicalización varía según la intensidad dramática de la narración.
Muchos son
los méritos de Advis relativos a la
creación de esta obra: en primer lugar, rescatar un hecho histórico omitido
deliberadamente de la historia oficial chilena, revelando la ignominia sufrida
por los trabajadores nortinos en aquella época. En segundo lugar, si bien Advis
no parecía demostrar interés por la militancia política activa, su obra cala
profundo en el amplio espectro de las fuerzas progresistas del momento: los
grandes cambios llevados a cabo por el gobierno de la Unidad Popular permitían avizorar nuevos horizontes para quienes
históricamente habían sido dejados de lado por los gobernantes. Y el espíritu
libertario que surge de la Cantata encuentra en las nuevas generaciones una
identificación con los desafíos que están en marcha. Desde el punto de vista estilístico, la obra
abre nuevos cánones: sintetiza una estructura heredada de géneros cultos con instrumentos y ritmos de la música popular, dando por
resultado una creación que recorrerá buena parte del mundo a través del grupo
Quilapayún.
Juan Palomino y Quilapayún interpretan la Cantata en Buenos Aires
(foto: Archivo Trova Andina)
Dictadura y después
El cruento
golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador
Allende comenzó el 11 de septiembre de 1973 con el bombardeo al Palacio de
la Moneda. Pocos días después, el cantautor y dramaturgo Víctor Jara moría asesinado en el Estadio Chile y la sede del sello
DICAP era allanada por los
militares, destruyendo la mayoría de las matrices. Ángel Parra es detenido y llevado al campo clandestino de detención
de Chacabuco, aunque posteriormente es liberado y parte al exilio.
En Europa,
los músicos exiliados reeditan sus obras a partir de copias en cintas y en
discos de vinilo. La Cantata ve la luz en una nueva grabación con algunos
textos cambiados, pero prevalece la versión original, que finalmente es
reeditada en CD a principios de los 90, a partir de copias rescatadas. Sin
embargo, el reciente hallazgo posibilitará escuchar la obra con un sonido muy
superior.
El
pensamiento obtuso de quienes usurparon el poder pretendió silenciar el sonido
de una época, pero sus acciones tuvieron consecuencias muy diferentes a las
deseadas. El asesinato de Víctor Jara incentivó el interés por conocer su obra
en casi todo el mundo; por su parte, los artistas exiliados (los hermanos Parra, Patricio Manns, Inti-Illimani
y Quilapayún, entre muchos otros) se
dieron a conocer en las más variadas latitudes. Y mientras el recuerdo de los
dictadores es cada vez más difuso, el espíritu de la Nueva Canción Chilena
sigue sorprendiendo con una riqueza y lucidez extraordinarias. La edición
chilena de la revista Rolling Stone
de abril de 2008 sitúa en el cuarto lugar de Los cincuenta mejores discos
chilenos a la obra imperecedera de Luis Advis y Quilapayún. Sólo resta esperar la publicación de esta
edición mejorada, que probablemente se edite en versión doble, vinilo y CD.
Video: "El renacer de la Cantata"
Tras el hallazgo de una copia del máster de la Cantata Santa María hace una semana, los integrantes de Quilapayún se juntaron el miércoles pasado en la casa de Eduardo Carrasco, para escuchar luego de cuatro décadas, el sonido original de esta obra única de la música chilena.(Publicado por gentileza del portal http://www.zariri.com/)
Citas:
(1)
Nota de Evelin Cáceres en el blog “Ballet Folklórico de Chile Pucará” http://cantatasantamariadeiquique.blogspot.com.ar/2007/01/blog-post_21.html
(2)
“Quilapayún.La revolución y las
estrellas” (Historia
y fotografías) por Eduardo Carrasco Pirard. Segunda edición. RIL Editores,
Santiago de Chile, 2003.
(3)
Versos de la canción “Quien quiera
oir que oiga”, del cantautor rosarino Litto Nebbia. Forma parte de la
música de la película “Evita. Quien quiera oir que oiga” (1984) dirigida por
Eduardo Mignogna y protagonizada por
Flavia Palmiero.
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