Luis Mery Castro (La Serena, 1967) es
un destacado músico y docente. Lo conocimos en 2012 en Valparaíso, durante el
Festival Internacional Charangos del Mundo. Hoy Luis nos recibe en su casa de
Coquimbo (capital de la IV Región chilena), donde conversamos ampliamente sobre
diferentes temas relacionados con su labor artística.
A diferencia de lo que aconteció en
otros países de la región, en Chile el charango alcanzó su máxima difusión a
través de composiciones de raíz urbana ¿Qué opinas sobre este tema? ¿Estás de
acuerdo con esta aseveración?
De hecho,
aquí al charango le decimos “charango citadino”. Yo siento que aquí en Chile el
charango no tiene directamente el vínculo con la tierra, sí con la ideología,
con el pensamiento. Por ende, se vincula principalmente con una ideología, en
este caso la ideología de la Nueva
Canción Chilena, donde surgen estos movimientos y los temas que hasta hoy
día los tenemos presentes: la desigualdad social, la problemática de la
educación, todos esos elementos que son temas de ciudad. Aquí es donde aparece
el charango “seguidito” del pueblo, enraizándose en esas propuestas. Es el
charango citadino como tú lo señalas, un canto urbano cuyo referente son los Inti-Illimani. No puede desconocerse en
Chile la influencia que ha tenido Horacio
Durán en la música de charango. O vemos lo que pasa con Héctor Soto, otro de los referentes del
charango en nuestro país. Por supuesto, tenemos otros intérpretes más actuales,
pero si vamos a los orígenes, puedo aseverar que siempre ha estado ese vínculo
con lo urbano.
Horacio Durán
En tu primer CD “Los sonidos de los
charangos” (2008) podemos disfrutar de una obra artística y didáctica, ya que
utilizas diferentes charangos en composiciones propias y de otros autores ¿Cómo
ha sido concebida esa obra? ¿Qué repercusiones ha tenido el disco?
Fue
concebido a partir de mostrar unas sonoridades de diferentes tipos de charangos
presentes en América Latina. Algunos consideran que el charango puede ser
boliviano, otros que es peruano. Para mí, personalmente, el charango es
latinoamericano y se encuentra vivo en diferentes ciudades y países. Tenemos en
Perú el charango ayacuchano, el kalampeador, tenemos variedades regionales en
Bolivia y un charango argentino muy tocado, muy utilizado allá. Y aquí en Chile
tenemos, como estábamos hablando, un charango de ciudad, con una técnica un
poco más estilizada quizás. Por ello, porque existen distintos charangos con
sonoridades distintas, el disco se llama “Los sonidos de los charangos” y no
“El sonido del charango”. Y dentro de lo que era mi vivencia con el charango,
lo que había podido conocer o aprender del charango hasta ese minuto, es lo que
pude plasmar en el disco. Hay unos arreglos de una obra de Bach (Invención en
La menor), eso lo hice yo por el vínculo con la guitarra clásica que había
estudiado tantos años, y quedó bastante bueno.
Luis Mery junto a integrantes del grupo Amaru de Tinta
(Valparaíso, 2012)
Hay un título que llama la atención:
“Villa Grimaldi”, tristemente célebre centro de detención de la dictadura
militar, hoy reconvertido en Parque por la Paz. Cuéntanos tus motivaciones para
realizar una composición acerca de este sitio.
Había
fallecido la mamá de mi amigo Antonio Moreno. Yo estaba en Maitencillo, a unas
dos horas de Santiago. Me contactaron para avisarme la noticia y fui. Me
levanté temprano, a las siete de la mañana, y a las diez estaba en Santiago.
Fuimos al funeral y luego nos juntamos varios amigos. Nos quedaban unas horas
libres en la capital. El ómnibus partía a las nueve de la noche, por lo que
faltaban unas dos horas. Ya habíamos pasado penas y dijimos: “bueno, sigamos
pasando penas”, y fuimos a conocer Villa Grimaldi. Fue tanto el impacto de
haber estado en ese lugar… La misma gente que hace el recorrido por la zona es
la misma que ha estado detenida en ese lugar. Hay marcas en donde tú te puedes
sentar: allí ha estado sentada gente esperando pasar a la pieza donde la iban a
torturar. Te contaban lo que había pasado y no podías dejar de sentir lo que
había pasado muchísima gente en ese predio. Tiene una carga de emociones muy
grande, muy fuerte. Esto sumado a la pena por la mamá de mi amigo me inspiró
este tema, que comienza con un arpegio, una reflexión sobre ellos, y a ello se
le van sumando otras sonoridades que después termina en un grito contenido: “cha, cha, chan”, “cha,cha, chan”. Una
sonoridad fuerte que después pasa a una melodía, como una alegría que se fue
este tirano que mató tanta gente…y viene el reencuentro con nuestra gente. Fue
una experiencia de vida fielmente reflejada en el sonido. Creo que “Villa Grimaldi” refleja muy bien el
sentido que tuve en ese viaje.
En abril de 2012 has podido compartir
con músicos latinoamericanos la experiencia del Festival Internacional
Charangos del Mundo, realizado por primera vez en Chile. Cuéntanos tus
impresiones sobre este evento.
Yo me quedé
muy gratamente sorprendido porque conocía el charango boliviano, el charango
peruano, pero no conocía esta experiencia del charango argentino. Y tuve la
oportunidad de compartir con mucha gente que venía de Argentina, que tocaba.
Había un chiquillo que bailaba, Alejandro
Varela, quien me sorprendió con
su charango, con una “musicación
rara” que traía. Lo encontré muy bueno, me sentí muy grato. Respecto a haber
compartido con gente del mundo del charango, ya había tenido tres o cuatro
experiencias, pero lo novedoso fue haber escuchado a artistas como Ramón Álvarez, quien cantó la famosa
“Santiago querido”. Y además haber conocido a unos chiquillos muy agradables,
como los luthiers que llegaron de allá, gente con la que hasta hoy nos
contactamos, nos saludamos. Me acuerdo también de Eloy Vázquez con su quena, gente muy agradable. A la mayoría de los charanguistas de Chile, y
más específicamente de Valparaíso, los conocía porque habíamos compartido
algunas experiencias. En general la experiencia fue muy buena. Estoy esperando
que crezcan un poco más mis hijos para volver a “desaparecerme” de mi casa por
una semana… (risas)
Alejandro Varela
Ramón Álvarez
Eloy Vázquez
A finales del año pasado apareció tu
segundo CD “Composiciones para charango”, presentada en toda la región de
Coquimbo. ¿Han surgido posibilidades de presentarla también en el exterior?
Siempre
intenciones hay, y propuestas, lo que pasa es que de la propuesta al hecho a
veces se truncan las cosas. Especialmente por el tema de los recursos: nosotros
somos siete músicos y eso no es fácil. En la sociedad chilena todo es caro: tú
quieres trasladarte de un lugar a otro y, hablando de pasajes de ómnibus para
todas estas personas, estamos hablando de doscientas lucas (unos 400 dólares), súmale a eso alojamiento, comida, a no
ser que surja una invitación de una institución. Ahora, fuera del país es un
poco más complejo. Se suele invitar a los consagrados y no a los que de a poco
se van haciendo el camino. Yo siento que aún estoy en esa línea. No me siento
consagrado, sí tengo un prestigio, un conocimiento, harta gente que escucha y
conoce mi trabajo, pero ahí estoy, pues. Si nos llaman, convoco a mis músicos y
ahí vamos, armamos el concierto. Ya hemos dado diez o doce conciertos; nos
juntamos y ensayamos acá (en su casa) y “armamos el cuento”… Queremos seguir
trabajando y proyectando la labor, no nos quedamos así… El primer disco tuvo
poca difusión, pero en esta nueva propuesta quiero involucrar mucha música del
primer disco. Este nuevo disco lo hemos tocado en diferentes ciudades, hemos
viajado a todas las comunas de aquí.
¿El Consejo Nacional de la Cultura y
las Artes apoya sólo la edición del disco o también su difusión?
El disco
tiene el elemento de producción: el multicopiado, el diseño de carátula,
afiches de concierto y además incluye conciertos de lanzamiento. Este proyecto
contemplaba tres conciertos, y nosotros hemos dado como nueve. Esta vez hubo
más recursos. Yo con los músicos no trabajo si no les pago. Como yo pido que me
paguen no puedo decirles a los músicos “vamos a tal lugar pero no hay plata…”
¿Cómo recibió el público este disco
nuevo?
Bien, hay
mucha gente a la que le ha gustado mucho, me lo piden por correo. Cuando voy (a
los conciertos) vendo harto. De hecho en el último había muchos cabros (muchachos) que me lo pedían: “¿a
cuanto?” “A luca” (mil pesos chilenos
= dos dólares). La idea era que se lo llevaran. A los cabros les gustó pero no tenían lo que valía el disco. Y esta es
música original, tiene un valor agregado. Ojo, no le quito valor a otras
músicas, pero vale la creación, la originalidad. De hecho mi señora a veces
regala algún disco. Yo he regalado alguno de mi primera obra, pero de este
último disco no, porque hay mucho trabajo en él.
EXCELENTE ENTREVISTA Y EXCELENTES MÚSICOS!
ResponderEliminar