RCA / Sony Music 8869 793347 2 (Formato CD)
Edición argentina
Mientras que en países vecinos como Bolivia y Chile la música de raíz andina se desarrollaba incorporando nuevas temáticas a partir de los años 60, en Argentina eran pocas las posibilidades de disfrutar de este repertorio por agrupaciones locales, sobre todo lejos del noroeste de nuestro país. Raíces Incas, agrupación nacida en 1977 por iniciativa del músico y luthier Jorge Luis “Chiquito” Rodríguez, vino a ocupar un espacio importante dentro del folklore nacional. De esta forma, ha realizado un gran aporte con el sonido de sikus, zampoñas, charango, moxeños, guitarra y percusiones, sumando a lo mejor de la ancestral cultura andina, versiones en estos nobles instrumentos de clásicos de nuestra música.
Raíces Incas debutó en el Festival de La Falda (provincia de Córdoba), firmando poco después un contrato discográfico con el prestigioso sello RCA. En 1978 aparece su primer disco: “Cae la noche, sopla el viento…”; al año siguiente el grupo realiza una gran gira por toda la Argentina. En tanto, Japón los escucha en el año 1983, cuando ya habían publicado tres discos más, consagrándose en buena parte del mundo. De regreso al país, participan en la grabación de un álbum del dúo uruguayo Washington Carrasco y Cristina Fernández, recordándose de aquellas sesiones el excelente tema “Somos la sal del mundo”. En 1984, tras la edición del LP “Música de los Andes”, el grupo finaliza una primera etapa, dejando de actuar y grabar hasta 1999, cuando aparece el disco “Andes soul”.
Después de siete años de inactividad, Raíces Incas vuelve a reunirse para deleite el numeroso público admirador de la música andina. Acompaña a Carlos Di Fulvio en el espectáculo “De la Patagonia a la Puna”, retomando definitivamente la actividad artística en 2010, presentándose en el ciclo “Charango Argentino”. Este año pudimos disfrutarlos en el Espacio Tucumán, dentro del espectáculo “Noche de charanguistas” (ver reseña en este mismo blog).
Para comenzar a hacer justicia con la (no tan) breve y fructífera labor de esta agrupación nacional, el sello donde grabaron la mayor parte de sus melodías y canciones publica una selección de sus discos, versiones que aparecen por primera vez en disco compacto. Si bien consideramos que las antologías no son la forma óptima de disfrutar la labor de los artistas, al menos podemos tomar contacto con parte de una época de esplendor de Raíces Incas en esta selección hecha por el propio director del grupo, “Chiquito” Rodríguez. El disco hace honor al título elegido, ya que el repertorio “no tiene desperdicio”, como se dice coloquialmente. Comienza el fonograma con el tema Cuando muere el angelito, de Eugenio Inchausti y Marcelo Ferreyra, versión instrumental que rememora la versión cantada por Mercedes Sosa. Warmiwawa y Romance de viento y quena, ambas pertenecientes a su primer disco, explotan al máximo las virtudes del grupo (vientos, percusiones y cuerdas). En la citada Warmiwawa y en Artesano del viento, se nota el arte—como luthier, autor e intérprete –de Jorge Rodríguez, profundo conocedor de las sonoridades de las cañas andinas. El sonido “autóctono”, o bien lo que marca la “argentinidad” de estas interpretaciones, está acentuado por la excelente utilización del bombo.
A la tranquilidad sugerida por Mi pueblo azul, creación del recordado artista riojano Ramón Navarro le sigue la intensidad de Chola cuencana, donde vuelven a notarse las particulares virtudes de Raíces Incas. Es también una de las pocas versiones cantadas. También hay lugar para versiones de melodías compuestas originalmente para otras instrumentaciones: el clásico Puentecito de mi río, de Buenaventura Luna, Diego Canales y Antonio Tormo, en una interpretación muy pintoresca y los chamamés Merceditas y Kilómetro 11. Son canciones que emocionan porque están presentes en el corazón del pueblo argentino, ya forman parte de nuestro acervo cultural.
El charango se luce especialmente en el tema Volverás, del recordado autor e intérprete boliviano William Ernesto Centellas (1945-2009). Perú está presente en esta selección a través del “infaltable” “El cóndor pasa”, de Daniel Alomía Robles, cuya coautoría la contraportada del CD atribuye erróneamente a Jorge Milchberg y Manuel Clavero, siendo éstos en todo caso arregladores o versionistas de aquella obra, que forma parte de una zarzuela compuesta en 1913. El ritmo se denomina cashua, es similar al huayno, y la letra original está escrita en idioma quechua. A todo esto cabe agregar que ésta es una hermosa versión, ejecutada impecablemente, como todo el resto del repertorio del disco. Otro de los temas que se destacan es “Agüita de Phutiña”, motivo tradicional boliviano de gran belleza.
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