PÁGINAS

jueves, 29 de septiembre de 2016

La Orquesta Argentina de Charangos estrenará Concierto

En entrevista exclusiva, Rolando Goldman e integrantes de la Orquesta nos hablan de su próxima actuación en Buenos Aires, así como del inicio de la grabación de su primer CD.




Rolando Goldman es músico y docente. Ha comenzado a tocar charango a sus doce años. Posteriormente tomó clases con el maestro Arnoldo Pintos y formó parte de varios conjuntos musicales. Como solista ha editado dos discos. En 1996 formó dúo artístico con Raúl Malosetti, presentándose en diferentes escenarios de Argentina y otros países de la región.  Cuatro años después Goldman crea la Cátedra de Charango en el Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla”, “semillero” de los músicos que integran la Orquesta Argentina de Charangos. Nacida en abril de 2011 como conjunto de cámara latinoamericano, la Orquesta se ha presentado con éxito en diferentes ciudades argentinas. Comenzamos la entrevista conversando con Rolando Goldman.


Rolando Goldman




En 1999 aparece tu primer disco, “Diablo suelto” y estrenas el Concierto para Charango y Orquesta de Alejandro Simonovich ¿Cómo recuerdas esta experiencia, la recepción del público y tu propia vivencia como artista?

El Concierto para Charango de Simonovich fue el primero que estrené de los que él compuso, pero en el 91  ya había habido uno, el primero (de Augusto Rattenbach).  Mi primer disco solista sale casi en simultáneo con el que había grabado con Raúl Malosetti y para mí ha sido un momento de alegría, porque registré parte de lo que estaba haciendo en ese momento en esas grabaciones.


En esa época el charango pasa por una etapa de revalorización a través de ciclos y festivales dedicados al instrumento. Tu aporte a través del Método de Charango que propones y la Cátedra de Charango que diriges en el Conservatorio Manuel de Falla abren otros horizontes para la música tocada en este instrumento ¿Cómo vives este proceso?

Unos años antes yo pude tener un espacio con formato de taller en el Conservatorio Manuel de Falla donde no casualmente el director era Augusto Rattenbach, quien me dio la posibilidad de abrir ese espacio para enseñar charango. No era algo forzado ni un capricho, sino que respondía a esta situación de muchos jóvenes que se acercaban al instrumento con ganas de estudiar y buscar otros sonidos, otros géneros distintos a los tradicionales, buscando una forma más sistematizada del aprendizaje.


¿Cómo surge la Orquesta Argentina de Charangos? ¿ Ha tenido un antecedente en la experiencia de Cosquín?

Siempre busqué la forma de difundir la música en charangos. Un encuentro y un congreso internacional  que hubo en La Paz (Bolivia), al cual fuimos con Daniel Navarro, en 1997, nos dio una mirada sobre lo que podía generarse aquí en Argentina. Siempre con un costado “rebelde”, si se quiere. En aquel Congreso un sector muy tradicionalista había planteado que se prohibiera a las mujeres tocar charango. Como respuesta a ello unos años después fuimos a Potosí con más de 50 mujeres [charanguistas] argentinas. Varios años después me di cuenta del planteo que hacía esa gente: no era algo retrógrado o que en principio parecía extraño, sino que era un planteo cultural. El charango en varias partes de Bolivia, puntualmente en Potosí, forma parte de la vida cotidiana. No es que todos sean artistas o intérpretes de charango pero muchísima gente tiene un charango como parte de su vida. Y ahí son los hombres los que tocan el instrumento.
Ante una propuesta de los organizadores de [el Festival Nacional de Folklore de] Cosquín, me animé a formar los “100 charangos de Cosquín”. Se hizo de manera muy interesante: fuimos más de 120 en el escenario; era algo vinculado más a lo cultural que a lo artístico. Era todo al unísono y piezas sencillas para que todo el mundo pudiera tocarlas. Y era más fuerte el impacto sonoro y visual que lo estrictamente artístico. Cosa muy diferente a esta realidad que tenemos, la Orquesta Argentina de Charangos, donde el eje está puesto en lo artístico. No es una cosa de juntarnos por juntarnos nada más, sino preocuparnos porque el resultado artístico sea de calidad.


La O.A.Ch. se ha presentado  con éxito en diferentes escenarios del país  ¿Cómo valoran la recepción de sus actuaciones por parte del público?

Diego Glaser: Me parece que la gente se sigue sorprendiendo por la formación, a pesar de que llevamos tocando cuatro años y medio. Como que el público todavía se sorprende por la conformación de la orquesta. 

Santiago Paniagua: Cuando fuimos a tocar al Festival de Cosquín tenía un poco de “miedo”, me asustaba la respuesta de la gente, pero hemos tenido muy buen recibimiento, mucha gratitud.




Una de las características de la Orquesta es la interpretación de obras mayoritariamente argentinas, incluso algunas que no han sido compuestas originalmente para charango. ¿Qué criterios utilizan para la elección de las obras? ¿Se trabaja en conjunto?

Aldana Bello: En principio nos juntamos e hicimos una selección para que haya bastante diversidad de ritmos y estén en distintas tonalidades. No se realiza al azar sino que están pensados varios criterios. Posteriormente algunos compañeros propusieron realizar algunos arreglos o tocar ciertas obras, coordinando la labor con Rolando, quien es el director. Hemos buscado obras conocidas como El humahuaqueño, El quebradeño, y obras desconocidas e incursionar en otros ritmos, como una cumbia [Tema de Los Mirlos]. Está bueno abrirse a otros ritmos. Damián Verdún propuso hacer un arreglo de Libertango. Tocamos algunas melodías tradicionales y otras contemporáneas.





Muy pronto estrenarán un concierto de Alejandro Simonovich, algo que estimamos tiene que ver con el trabajo serio y coherente que realiza la Orquesta desde su nacimiento. ¿Qué nos pueden contar acerca de esta obra?

Santiago Paniagua: Es una obra que no tiene antecedentes respecto a todo lo que hemos tocado. Y si bien Alejandro había compuesto una obra especialmente para la OACh, esta nueva composición es novedosa para todos. Todos estamos super expectantes, ansiosos también. Es un tipo de trabajo que hasta el día de hoy no habíamos hecho: por la extensión, por la dificultad, lo que implica la obra en sí, tocar conjuntamente con otra orquesta. La semana pasada estuvimos con el director de la Sinfónica, lo que ha sido también una experiencia novísima, gratificante, enriquecedora,  que vivimos con gran expectativa.
Gonzalo La Ferrera: Todo va enfocado en los horizontes o los límites que (no necesariamente impuestos) ha tenido el charango. El instrumento comienza a jugar en otros espacios nos llena a todos de una alegría inmensa.




Por otra parte, la OACh está trabajando en la grabación de su primer CD. Si bien han grabado el huayno Chuquisaqueñita en el disco de Rolando,
“Charanguisto”, este será su primer registro fonográfico. ¿Qué nos pueden adelantar de este disco?

Julián Goldman: A principios de año nos planteamos los proyectos que se venían. El disco era uno, del concierto estaba la idea, y se necesitó evaluar cuánto compromiso había para realizar esto, porque implica mucho esfuerzo. Como ha pasado hasta ahora, le damos “para adelante” con todo, y ahí estamos. Hicimos la primera grabación. Esa primera gran jornada de grabación implicó un trabajo previo intenso. Ahora estamos en los preparativos de los detalles del concierto, así que la segunda parte del disco vendrá después de eso. Son desafíos que nos vamos poniendo delante y hasta ahora vamos teniendo una respuesta muy buena; desde la Orquesta siempre hemos podido llegar a los objetivos, desde el primer viaje que hemos hecho al sur (a San Martín de los Andes), que salió buenísimo, Cosquín, y lo que pronto será el concierto, la grabación, todo…  



Gonzalo La Ferrera: Por un lado la respuesta de la Orquesta y por otro la de la gente, que es lo que mencionaban antes. Desde las felicitaciones hasta lo que dijo Santi, que tiene que ver con el agradecimiento. Cuando estuvimos en la tele que nos digan “gracias por esto” ha sido muy importante, se ha dado un lugar al charango que antes no tenía tanto o quizás no se mostraba tanto.


Muchas gracias por su tiempo y por la labor que realizan.


Estreno Mundial del “Gran Concierto para Orquesta de Charangos y Orquesta Sinfónica” de Alejandro Simonovich.

Orquesta Argentina de Charangos, dirigida por Rolando Goldman
Orquesta de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, dirigida por Luis Gorelik

Viernes 7 de Octubre de 2016

“Usina del Arte”
Calle Agustín Caffarena N° 1 esq. Av. Pedro de Mendoza (Barrio de La Boca) Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Comienzo 21:00 hs. Entrada libre y gratuita (Las entradas se retiran 2 horas antes en la puerta)

sábado, 10 de septiembre de 2016

Novedad discográfica: Originarios

La banda liderada por los hermanos Alejandro y Christian Chamorro presenta su segundo CD, con una mirada profunda a la tierra y a los ancestros.





Wauque
“Originarios”
Unión de Músicos Independientes (UMI)
Edición argentina
2016



Nacidos en Cusco, Perú, Alejandro y Christian Chamorro se iniciaron en la música siendo niños (10 y 7 años respectivamente).  Comenzaron tocando una guitarra “a medio terminar” comprada por su madre y más adelante formaron el conjunto Inka Kallpa. Dadas las dificultades para perfeccionar sus estudios en Perú, los hermanos viajaron a Buenos Aires. Continuaron su formación en el Conservatorio Manuel de Falla y posteriormente se incorporaron al grupo Los Laikas, de vasta trayectoria en Argentina. Esta experiencia, que incluyó grabaciones y giras por todo el país, comenzó a modelar el proyecto Wauqe. De esta manera comienzan las primeras presentaciones bajo ese nombre; el primer disco, titulado sencillamente “Wauqe”  (“hermano” en quechua, la lengua de los incas) apareció en 2012 y tuvo su presentación oficial en la sala “Espacio Tucumán”.

El primer tema del disco cuenta con la participación especial de Peteco Carabajal . Se trata del caporal Originarios (C. Chamorro), cuya temática subyace en el resto del disco: la valoración de los pueblos ancestrales y el cuidado de la madre tierra. Pueblos del cerro, en ritmo phuna, está dedicada por Alejandro, su autor, a sus abuelos Victucha, Julián y Donata, en sentidos versos y melodía. Le sigue el tinku Pachamama, autoría de ambos hermanos. Alejandro Chamorro toca vientos andinos, accesorios y canta en los coros. Christian Chamorro es primera voz y toca charango. El conjunto se completa con  Federico Emanuel Benítez Alegre (guitarra eléctrica), Rodrigo Gozálvez (bajo), Facundo Suasnábar (sintetizadores), Facundo Emanuel Soto (batería en temas 3, 4 y 6) y Guillermo Lizarazu Sacara (1ª. Guitarra de nylon y coros).

La dulce melodía de los vientos introduce el takirari Recuerdos (C. Chamorro), una de las creaciones de carácter amoroso. No miré atrás (A. Chamorro) desarrolla la misma temática pero a través del ritmo caporal.  Participan como invitados el percusionista santiagueño Alejandro Campos (batería en la mayoría de las canciones) y Arturo Dino Flores García (coros).

Uno de los dos temas instrumentales es Arawa urqu (“Cerro de la horca”). Está inspirado en ese macizo natural del complejo arqueológico Paramonga, construido por los chimúes en el siglo XV. La suave percusión en este tema permite el pleno lucimiento del charango y los vientos andinos. La sikuriada Como ayer (A. Chamorro) retoma el clima festivo a través de su música y letra.
Las últimas canciones del disco están signadas por el carácter romántico de sus líricas, una fórmula que han explotado con éxito varios conjuntos andinos, siendo el más conocido Los Kjarkas. Final de un amor, caporal de A. Chamorro, Florcita, tinku, e Ingratitud, morenada (los dos últimos firmados por los hermanos) apelan a ritmos tradicionales, por cierto muy bien interpretados, aunque en el aspecto poético muestran algunas limitaciones.

Valle sagrado (lamento andino de A. Chamorro) es el segundo tema instrumental del disco, una faceta que quizás deba explotar Wauqe con mayor frecuencia. Los ecos generados por el bajo otorgan a la melodía un aire de cierto misterio, propio de las antiguas culturas andinas. El cierre del CD está dado por el interesante huayno pop Quiero decirte, de Christian Chamorro. La cajita del disco , en la que predominan los colores blanco y negro, tiene un lindo diseño gráfico realizado por Marcos Flores, con fotografías de Gisella Chiquiar y dibujo de Jorge Arzobispo Vergara.

Presentación oficial del CD “Originarios”:

Viernes 23 de Septiembre, 21 hs.
Teatro del Viejo Mercado
Lavalle 3177 - Abasto  (Ciudad Autónoma de Buenos Aires)

Anticipadas $120 - En puerta $150

Entradas en venta en boletería del teatro los días de show desde 19 hs. y a través del sitio https://www.tuentrada.com/Online/


Agradecemos especialmente a

Silvia Majul         
Prensa y producción

http://www.silviamajul.com.ar/

jueves, 1 de septiembre de 2016

Discos: El derecho de vivir en paz

El cuarto trabajo solista del cantautor jujeño, anticipado como álbum de descarga digital, finalmente aparece en formato físico. En él reafirma su compromiso popular a través de elaboradas letras y melodías.




Bruno Arias
“El derecho de vivir en paz”

Pogo Andino Producciones
(DBN 00052377)

Grabado en 2015. Publicado en 2016

Edición argentina



Bruno Arias nació en El Carmen, provincia de Jujuy, en 1979. Comenzó a tocar guitarra en su adolescencia, incentivado por el ambiente bohemio que se vivía en la casa de “La Yuli”, una especie de peña informal en que se armaban ruedas de guitarristas y cantores populares. Diez años después de esa experiencia “fundante”, Bruno llegó a la ciudad de Buenos Aires y pronto se vinculó con artistas de la talla de Mercedes Sosa, León Gieco y Ángela Irene, entre muchos otros. Su participación en el Festival Folklórico de Cosquín en 2004 lo lanzó a la popularidad en todo el país. Un año después grabo su primer disco, “Changuito volador”, con un repertorio de carnavalitos, huaynos  y chacareras, incluyendo un par de creaciones propias.  El compromiso del artista con los pueblos originarios y contra la minería contaminante se materializó en sus canciones y en su acción concreta de difusión a través de sus conciertos en todo el territorio argentino.

“Atierrizaje” (2007) y “Kolla en la ciudad” (2012) profundizan el compromiso ético y estético de Bruno a través de diferentes ritmos, espacialmente del Noroeste argentino.  Aquel año impulsa el proyecto colectivo El bondi cultural, que suma cantores de las provincias de Buenos Aires, Santiago del Estero y Tucumán.  En 2013 participa nuevamente del Festival de Cosquín, donde obtiene el premio Consagración. El año siguiente presenta junto a la Bruja Salguero el disco que grabaron juntos, “Madre Tierra”, mientras continúa participando en numerosos espacios artísticos del todo el país. 


Bruno Arias
(foto: Archivo Trova Andina)

El derecho de vivir en paz es el título de un disco y de una de las canciones más conocidas de Víctor Jara. Director de teatro, compositor y cantante popular, Víctor plasmó su compromiso social a través de su arte. Compuesta en 1970, El derecho…contó con el aporte del grupo de rock Blops, en una acción que Víctor calificó como “invasión de la invasión cultural”.  Casi medio siglo después de aquella edición, Bruno Arias rescata el espíritu de la canción que, más allá de un lugar geográfico específico, reafirma su dolorosa vigencia. 

Pachamama (Ramiro González y Pachi Herrera) abre el disco con un poderoso sonido andino. La valorización de las culturas ancestrales, aunadas a las vivencias actuales, está subyacente en todo el disco y es apoyada musicalmente por un sólido grupo: Leo Villagra (bajo), Javier Lozano (piano y teclados), Martín Herrera (charango), Juan Carlos Liendro (flauta traversa), Alejandro Salamanca (batería, cajas copleras y bombo legüero), Juan Pablo Álvarez (toyos), Juan Acosta (guitarra eléctrica y voz), Leandro Gattelet (percusiones), Joaquín Medrano y Luis Salamanca (vientos andinos), Adrián Rengifo (violín), Fernando Argento (cajas copleras) y la participación especial de María de los Ángeles “Bruja” Salguero, Lucho Cardozo, Antonio Olarte, Federico Toledo, Joaquín Storni, Mauricio Flores, Lucho Cardozo y Candela Mazza en voces y coros.

La canción Marta Juana González  (Diego Luis Torres, José Martín Mamonde y Gonzalo Mamonde) trae el vivo recuerdo de la maestra y militante cordobesa detenida y desaparecida en agosto de 1975, contrastando con la opaca figura de sus opresores. La versión de Bruno es emotiva y ayuda a difundir la obra de aquellos a quienes, inútilmente, quisieron acallar. Por su parte, Huáncar nos retrata detalladamente los colores y dolores de esta localidad jujeña y sus pobladores. Pertenece autoralmente a Luis Bernal, y ha sido compuesta para el grupo Gallega Rock en 2014.

El derecho de vivir en paz (Víctor Jara) recrea, en una tranquila versión, el clamor que desde los 70 llega hasta nuestros días. Los mismos agresores sojuzgan hoy a otras regiones del planeta, actualizando la demanda de paz que tempranamente se alzó desde Latinoamérica hacia el mundo. Marina Vilte, el otro Carnaval (José Antonio “Pachi” Alderete y Bruno Arias) parece exorcizar con su poesía, alegórica con las fiestas norteñas de Carnaval, el dolor por la desaparición de la docente y militante sindical Marina Vilte, destacada educadora de San Salvador de Jujuy.

Diferente es el clima que propone Florcitay (Rubén Cruz y Bruno Arias), a través de sus coplas norteñas. La delicada elaboración de cada canción y sus arreglos instrumentales entrelazan las diferentes canciones, aun con diferentes ritmos y climas, creando en el oyente una predisposición a escuchar atentamente cada una de las obras. Algarrobo (León Cecenarro y Bruno Arias) continúa la temática de la naturaleza, aunque bajo una historia largamente desarrollada, aunando diferentes hechos y vivencias. Desde Juan Chelemín, curaca de los calchaquíes que resistieron con valor la conquista europea, hasta la amenaza de la megaminería, el relato va describiendo gráficamente el sentir del pueblo ante las difíciles realidades.
Un clima similar es el que nos propone Ave de luz (Luciano Cañete y Bruno Arias) en inspiradas música y lírica:

Siempre un nuevo despertar
Con un sueño me abraza
Toco mi vientre y no estás
Para curar tus nanas
Siempre un nuevo despertar
Con un sueño me abraza

Charango y percusión introducen la divertida creación Singani congani, del propio Bruno Arias. El juego de palabras propuesto a través de singani, nombre de un aguardiente boliviano, invita al baile y diversión según las claves de la puna jujeña. El CD finaliza con la obra Sol de los Andes (José María Mercado y Bruno Arias) en ritmo de saya, rescatando la herencia africana de este ritmo andino , interpretado con pasión por Bruno y sus músicos.  Si bien no se ha incluido en el disco el tema número 11 (El canto del tero tero, de Ricardo Vilca, disponible para descarga digital), el soporte físico aporta, para alegría de quienes disfrutamos de este formato, un bellísimo diseño gráfico, obra de Carmen Kobayashi.

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