PICAP (España)
Lucio Alfiz Producciones (Argentina)
Discos CNR (Chile)
Lucio Alfiz Producciones (Argentina)
Discos CNR (Chile)
Breve introducción histórica
El grupo
Quilapayún se formó en 1965, bajo la dirección de Eduardo Carrasco. Sus versiones de melodías andinas (creaciones
propias y tradicionales) y la militancia política traducida en la
interpretación de canciones revolucionarias de distintos orígenes llevaron a
Quilapayún a un gran nivel de popularidad no sólo en Chile, sino también en
otros países de la región e incluso de Europa, a través de importantes giras.
El golpe militar de 1973 encuentra a los integrantes del grupo en Francia,
donde deben permanecer largos años. Un paulatino alejamiento de la militancia
política cambia los paradigmas creativos del conjunto. Carrasco se aleja
temporariamente de Quilapayún, cediendo su dirección a Rodolfo Parada. “Latitudes”
(1992) es uno de los discos destacados de esta etapa.
Varios de
los integrantes históricos del conjunto expresan sus diferencias con la gestión
de Parada, a quien inician un proceso acusándolo por el depósito ilegal de la
marca “Quilapayún” en Chile y en Francia. Carlos
Quezada, Ricardo Venegas, Hernán Gómez, Hugo Lagos y Guillermo
García se retiran de la agrupación.
En 2002 se reúnen en Santiago con Eduardo Carrasco y comienzan a
realizar actuaciones y grabaciones. Por su parte, Rodolfo Parada, Patricio Wang
y Patricio Castillo, debido a compromisos contraídos con anterioridad, suman a integrantes
del grupo Ortiga para grabar en
directo el disco “A Palau”. Al coexistir dos grupos que
disputan el mismo nombre la prensa los denomina “facción chilena” (dirigida por Carrasco) y “facción francesa” (dirigida por Parada y Wang).
En diciembre
de 2007 la Quatrième Chambre de la Cour
d'Appel de París falló a favor de los integrantes históricos del grupo,
prohibiendo a Parada y compañía el uso de la marca y el logo Quilapayún en
Francia. De esta manera, esta facción se vio obligada a utilizar el nombre Guillatún en el país galo. La aparición
de este nuevo disco, a diez años de su última producción, “A Palau”, actualiza
el conflicto aun no dirimido en Chile. Defensores y detractores de cada una de
las facciones del grupo emiten duras opiniones en las que no se privan de negar
el talento de los músicos cuestionados en cada caso. A continuación ofrecemos
nuestra opinión del reciente fonograma.
El disco
El desafío
de generar nuevas canciones a casi cincuenta años del nacimiento de Quilapayún
(grupo al que se incorporaron, muy jóvenes, Patricio Castillo y Rodolfo Parada)
no parecía nada fácil. El resultado es un disco que podemos considerar bueno,
sin creaciones grandilocuentes pero sí agradable de escuchar. A varios de los
temas compuestos por Parada se suman algunas creaciones elegidas con acierto.
Asumiendo que no son las mejores versiones grabadas, podemos reconocer la
intención de recrear obras imperecederas, como El gavilán (cantada por la joven Josefina Echenique) y Según
el favor del viento. A estas importantes obras de Violeta Parra se
suma Por
ellos canto, de Daniel Viglietti. La concepción de los arreglos vocales
e instrumentales se traduce en versiones lentas que parecen deslegitimar la
intención original, muy especialmente en los dos últimos temas citados, que
carecen de fuerza interpretativa. Este estilo se repite en Manuel Ascencio Padilla, de
Sergio Ortega, y en la creación de Castillo Rosa de los vientos.
Más
interesantes son las versiones de Transiente, tema instrumental de
Patricio Wang, y de Allende, de Parada, grabada en vivo. Por su parte, Chilandó
intenta nuevas búsquedas sonoras, brindando una necesaria variedad
musical en el repertorio del disco. Aquí estamos, grabada originalmente
para la campaña electoral de Tabaré Vázquez en 2004 es una canción pegadiza con
una lírica interesante pero que está muy lejos de la épica de Venceremos
y otras creaciones grabadas por Quilapayún en los 70.
Canto a la pampa, compuesto por Francisco Pezoa tomando
como base musical la habanera “Ausencia”, de Tomás Gabino Ortiz, es uno de los
mejores temas de esta edición. Grabado por primera vez en el disco “Por Vietnam” (1968), esta vez podemos
apreciarlo en la voz de Patricio
Castillo, protagonista privilegiado de la historia de la Nueva Canción Chilena.
Cierra el disco una enésima versión de La batea, como un simpático
colorario de un disco que prometía más.